TRABAJO, NATURALEZA Y PANDEMIA

Archivo:Quebrada del Jaspe-La Gran Sabana-Venezuela08.JPG
La pandemia por la COVID-19 nos ha obligado a revisar la historia en busca de respuestas a las preguntas que se hace toda la gente sobre el verdadero origen de un virus microscópico que tiene en jaque a la humanidad. Conocer el proceso que llevó el virus a los humanos puede permitir atacar la fuente, las vías de dispersión y no solo la consecuencia, que es lo que obligadamente están priorizando todos los gobiernos del planeta bajo la presión de la emergencia epidemiológica, también puede ayudarnos a tomar previsiones para las próximas pandemias. Conocer ese proceso puede hacernos reflexionar si en realidad una vacuna es la respuesta definitiva como ocurrió con la viruela, el sarampión y la tuberculosis.

Esto no quiere decir que estemos creando alguna oposición a la vacuna, sino que deseamos promover una discusión sobre lo que el Programa de Naciones Unidades para el medio Ambiente (PNUMA 2020) llama “Prevenir la próxima pandemia” en un informe elaborado a partir de las conclusiones de un comité integrado por funcionarios de las agencias de Naciones Unidad para salud humana y animal, OMS y OIE, y alimentación, FAO. En ese informe se reconoce el origen animal del 60% de las infecciones conocidas y del 75% de las nuevas y emergentes, por lo que están planteando acciones para prevenir los brotes y pandemias de zoonosis que sin duda alguna están por venir, ante el cúmulo de nichos de animales en encierro por todo el planeta. Es de recordar que en las dos últimas décadas hemos visto las pandemias de la gripe porcina, la fiebre aviar, las vacas locas, el ébola, de allí la preocupación por los que nos depara el futuro si no se hacen los diagnósticos adecuados y se toman las decisiones apropiadas.

Las pandemias han sido parte de la historia de la humanidad. Para no hacer un largo relato, desde hace un siglo hemos vivido varias. La más grave, aparte de la actual fue una gripe aviar que se diseminó por el mundo hacia finales de la primera guerra mundial, que debió llamarse fiebre de Kansas (EEUU) por el sitio donde se inicio, pero la literatura la bautizó como española, dado que como la nación ibérica fue neutral en esa guerra, la prensa española informó de la misma ampliamente.

Todas las evidencias apuntan a que las causas de la pandemia de la COVID-19 hay que buscarla en el “progreso” de la humanidad. Una lectura de la historia de muchas enfermedades tiene ese origen. En esta nota disgregaremos sobre ello para construir al final una propuesta de acción.

Empecemos por recordar que el trabajo humano modifica la naturaleza, pero a su vez el impacto de tal modificación, tarde o temprano afecta a nuestra especie en todos los órdenes, cultural, social, político y económico. En las sociedades ancestrales, más sabias que las actuales, se buscaba la mínima modificación de los ambientes intervenidos; en el caso de la agricultura nos legaron la técnica del barbecho, que consiste en dejar que los suelos se recuperen por sí mismos por dos o tres años, sin ningún otro uso, para luego volver a sembrar. Hasta en la biblia de las religiones monoteístas cristiana-islamista-judaica el tema del barbecho es mencionado. Hoy en día, los verdaderos campesinos, los que no han caído en la trampa del trabajo motorizado y los agroquímicos siguen aplicando el barbecho, y con sus cultivos siguen ejecutando la siembre de diversidad de plantas,

En la prehistoria, época en que el trabajo humano se limitó a la cacería y la recolección de frutos, nuestros antepasados tuvieron muy pocas posibilidades para modificar la naturaleza, sin embargo, eso no significa que no se vieron afectados por sus acciones. Posiblemente, hasta que conocieron del fuego, el consumo de la carne los llevó sufrir de ántrax.

En la medida que las condiciones climáticas mejoraron, los conglomerados humanos empezaron a asentarse en territorios, a domesticar animales, a domeñar ciertas plantas, en fin a desarrollar la agricultura y el manejo de animales que proporcionaron carnes, leche, huevos, etc. Pero ya la simple acción del trabajo ejecutado para intervenir el bosque o la pradera y construir en ese sitio el asentamiento significó el inicio de lo que se llama la Era del Antropoceno, caracterizada porque los cambios en la naturaleza si fueron desde entonces significativos.

De allí la excelente definición de Carlos Marx citada por Foster (2000) al tipificar el trabajo como “…un proceso que tiene lugar entre el hombre y la naturaleza, un proceso mediante el cual el hombre, a través de sus propias acciones media, regula y controla el metabolismo entre él y la naturaleza”. Si esta regulación no existe, se produce la pérdida de vida vegetal y animal, la pérdida de la biodiversidad. Pero así como afectamos a la naturaleza con nuestro trabajo, ella nos afecta porque ese metabolismo del que habla el padre del marxismo se disturba, con consecuencias impredecibles. Sin duda alguna, la actual pandemia es una de esas consecuencias.

El virus SARS-CoV-2 que ocasiona la actual pandemia pasó a unas personas que consumieron algún alimento a base de unos mamíferos que son portadores sanos, los murciélagos. Iglesias-Osores (2020) nos explica que se detectó el origen de la enfermedad secuenciado los coranovirus de los murciélagos y ello llevó a estimar que estos animales, tan importantes para la ecología, pueden ser el huésped de los betacoronavirus tipo coronavirus SARS y pueden recombinarse entre especies de murciélagos. Las Rhinolophus affinis y Rhinolophus sinicus, son las especies involucradas, los cuales existen en China, Europa y África

Este proceso no es nada nuevo, se da en las dos direcciones. Harper (2017) considera que desde que los conglomerados humanos comenzaron a domesticar vacunos, la tuberculosis de los humanos pasó al ganado desarrollando en los mismos la tuberculosis bovina. Este autor nos retrata en forma excelente como la bacteria de la viruela, la Tatera poxvirus, que tenía su nicho en un ambiente que fue intervenido por el Imperio Romano para convertirlo en el granero de sus tropas y ciudadanos, salió del norte de África y se diseminó por todo el Imperio, porque la bacteria, que las portaban las pulgas de unos roedores que habitaban en ese nicho, viajaron con el trigo a las principales ciudades del Imperio en el cuerpo de esos roedores. Las pandemias por viruela estuvieron asolando a Europa muchos siglos después de la desaparición de Roma.

El relato permite ver como al cambiar el entorno, destruyendo la variedad vegetal para producir una sola planta, en este caso el trigo, y en forma extensiva, se da la licencia para la liberación de los microorganismos presentes. De esa experiencia nada se ha aprendido, hoy en día se siguen deforestando bosques para colocar allí sembradíos de un solo tipo de planta, siendo lo peor, que la producción de esos monocultivos es para alimentar a no menos 7 mil millones de animales que se tienen encerrados solo para comer y luego sacrificarlo para la muy rentable y ante natura industria cárnica (Toledo, 1998).

Tal concentración de animales en gigantescas granjas industriales ha conducido a que se haya extinguido, en los últimos 50 años casi el 70% de la biodiversidad animal en el mundo, según estimaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza (2020). El Consejo Mundial para la Alimentación, citado por Goodland (1984) indicaba a finales del pasado siglo que, basta el 10% del grano que consumen los animales en estas cientos de miles de granjas industriales alrededor del mundo para erradicar el hambre que hoy sufre el 10% de los habitantes del planeta, o dicho de otra manera, con lo que hoy alimentamos a todos esos animales en las granjas industrializadas, comerían no menos de 78 mil millones de personas, si todas fueran vegetarianas. Creo que estos datos por sí nos están dando claves hacia adonde deben dirigirse esas acciones “Para prevenir la próxima pandemia” que plantea el PNUMA (2020).

Ahora bien este tema también esta ligado a la primera guerra bacteriológica conocida, que según Crosby (1988) permitió al colonizador europeo contar con un poderoso ejército invasor de agentes patógenos, algunos tan inocuos como el sarampión y la rubéola, pero que causaron el holocausto de los pueblos originarios y casi los llevó a la extinción. Galeano (1971) estima que no menos de 60 millones de seres murieron por las enfermedades traídas a nuestras tierras por los súbditos del Reino de España, el Reino de Inglaterra y el Reino de Portugal.

La pandemia actual se presenta cuando el planeta se aproxima a afrontar un punto de no retorno del cambio climático creado por nuestra especie, claro que no por todas y todos nosotros, y nuestra ascendencia, sino por un puñado de humanos que son los dueños y tienen el control de los bancos, de los sistemas de comunicación y de las industrias farmacéuticas, agroquímicas y militares, reunidos en los que se llama el club de Bilderberg; por eso autores como Jason W. Moore (2016) señalan que esta parte de la era geológica que vivimos debe denominarse Capitaloceno, porque Antropoceno diluye la responsabilidad en toda la humanidad y no en quienes tienen en sus manos la decisión de revertir el modo de producción capitalista, que en menos de 300 años ha puesto a una especie con mas de 300.000 años sobre la Tierra, la nuestra, en una condición de riesgo incalculable, en la medida que continúe aumentando la concentración de los gases de invernadero, especialmente el dióxido de carbono proveniente de la quema de combustibles fósiles.

A los peligros devenidos de esta emergencia epidemiológica y del continuado desarrollo del calentamiento global, se agrega el peligro radiactivo. Además de lo que significa que la mayoría de las centrales atómicas del mundo ya cumplieron su tiempo de vida útil, los desechos están dispersos por el planeta, incluso en países que no cuentan con este tipo de tecnologías, desechos que además se volverán inocuos en miles de años.

Ante esta realidad hay muchas cosas que podemos hacer.  Yo creo que lo primero es reconocer el problema, no seguir negando su existencia, pero tampoco comportarnos apolíticamente, como nos quieren conducir el cine con tantas películas del fin del planeta, de la vida, etc. Para ello, en Venezuela contamos con una instancia ministerial para el ecosocialismo, al cual le debe promover la formación ante el peligro que nos amenaza, hacer transversal a todas las demás instancias gubernamentales esa formación, para que a partir de allí, se genere la discusión y las propuestas de acción inmediata salgan de una población que hoy en día, en su gran mayoría desconoce que está pasando en materia ambiental con el planeta todo y cuales pueden ser las consecuencias de no actuar ya.

Se dice que gota a gota se forma un océano. Hoy usted que me regala su animo para leer hasta aquí somos un par de gotas en busca de las otras para formar ese océano que ayude a salvar la vida en el planeta.

REFERENCIAS

Crosby, A. 1988. Imperialismo ecológico. La expansión biológica de Europa, 900–1900. Ed. Crítica; Barcelona.

Foster, J.B. 2000. La Ecología de Marx. Ed. Intervención Cultural/El Viejo Topo; España.

Galeano, E. 1971. Las venas abiertas de América Latina. Ediciones La Cueva. Libro en línea.

Goodland, R. y otros. 1984. Environmental Manegment in Tropical Agriculture. Westview Press; Boulder (Colorado).

Harper, K. 2017. The fate of Roma. Climate, disease & the end of an impire. Princeton University Press; New Jersey

Iglesias-Osores, Sebastián. (2020). Reservorios de murciélagos relacionados con el SARS-CoV-2. Revista Cubana de Medicina Militar, 49(3), e738. Epub 25 de noviembre de 2020. Disponible en http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0138-65572020000300027&lng=es&tlng=es.

Moore, J. 2016. Anthropocene or Capitalocene? Nature, history, and the crisis of capitalism (PM Press/Kairós, 2016).

PNUMA-NNUU. 2020. Prevenir la próxima pandemia – Zoonosis: cómo romper la cadena de transmisión. Disponible en https://www.unep.org/es/resources/report/preventing-future-zoonotic-disease-outbreaks-protecting-environment-animals-and

Toledo, A. 1998. Economía de la Biodiversidad. Red de Formación Ambiental, PNUMA, México.

WWF. 2020. Informe Planeta Vivo 2020. Revertir la curva de la pérdida de biodiversidad. Disponible en https://wwf.es/informate/biblioteca/_wwf/?55320/informe-Planeta-Vivo-2020

Comentarios

  1. muy interesante, y esclarecedor de la situacion ambiental en que se encuentra nuestro planeta.
    Venezuela debe colaborar en la lucha por salvar al ambiente.

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  2. Clara reflexión y orientación que da la entrada para aceptar el cambio en el ambiente y para aprender y estar preparados. Salvar es tarea de todos sus habitantes.

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