CAPITALOCENO DICE MÁS QUE ANTROPOCENO. LECCIÓN DE LA PANDEMIA

Qué es el antropoceno: 5 claves sobre la era geológica en la que vives

Por Eric Omaña

La pandemia que azota a la humanidad desde diciembre de 2020 está dejando lecciones que son la oportunidad para enfrentar la eventual extinción de todas las especies animales y vegetales - con especie humana incluida - . De no aprender de esas lecciones, toda nuestra inteligencia de nada servirá para sobrevivir ante la crisis civilizatoria que nos abroga, como convergencia de las crisis climática, económica, política, sanitaria y epidemiológica, entre otras.

En primer lugar destacaremos el pecado original de nuestra civilización, esa misma que se alzó con los destinos del mundo a partir del siglo XV, cuyas clases dominantes para satisfacer las necesidades tanto reales como creadas alteró el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, ese metabolismo que como escribió Carlos Marx es el mediador de las propias acciones entre la humanidad y la naturaleza, y en otras palabras, como escribe Donal Worster "... siempre seremos hijos de nuestro propio contexto, incapaces de ver el mundo a través de otros ojos distintos a los nuestros, siempre llenos de desviaciones, pasiones y compromisos…". Todo se resume a lo planteado hace ya varias décadas por Marvin Harris "... la civilización industrial es víctima de sus propios logros..."

Ese metabolismo ha sido descontrolado desde que los europeos pusieron pie en estas tierras, pero interesante es ver como los pueblos ancestrales, ante esa acción depredadora de los súbditos del Reino de España y del Reino de Inglaterra fueron capaces, desde el primer momento de visualizar el resultado final de este tipo de acción sobre la naturaleza.

Así, por ejemplo, el Jefe indio Seattle, en 1855, en carta de respuesta dirigida al Presidente Franklin Pierce de EEUU, luego que este le ofreciera comprar las tierras de la nación Suwamish, le escribió “…Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra... Para él (el hombre blanco), una porción de tierra es lo mismo que otra, porque él es un extraño que viene en la noche y toma de la tierra lo que necesita… Su apetito devorará la tierra y dejará detrás un desierto…”

Quedándonos solo con la crisis epidemiológica que nos ha generado la COVID-19 hagamos una sucinta revisión. En la prehistoria se conoce que, como producto del trabajo de cazar, nuestros antepasados adquirieron ántrax, en la Antigüedad, producto del trabajo de domesticar los animales vacunos, la tuberculosis y el sarampión saltaron entre los animales y los humanos. La peste que asoló al Imperio romano por varios siglos, fue transportada desde los campos de trigo del norte de África, donde la deforestación desalojó a una especie de roedores propios del lugar, que incluso viajaron con el grano a las ciudades del Imperio y que al interactuar con los roedores locales, les pasaron sus pulgas y con ellas una enfermedad infecciosa causada por una bacteria Pestis de Yersinia. Pero lo más importante es que con la destrucción de los bosques, para asentamientos humanos, desarrollo de ganadería, pastizales y de la agricultura, los suelos se han degradado a un nivel tal que en la actualidad, el fósforo que es un nutriente fundamental, sin el cual no hay mas productos de la tierra, está por agotarse en las minas en las cuales aún se le obtiene.

Esa acción continuada contra la naturaleza, iniciada con la conquista de nuestro continente por los europeos ha sido permanente, conduciendo además la pérdida de diversidad biológica, tanto vegetal como animal, y eso viene generando la extinción de las barreras naturales de los trillones de trillones de microorganismos, lo cual junto al “progreso” que ha representado la sociedad capitalista, ha conducido al consumo de la energía almacenada en el planeta, la de los llamados combustibles fósiles, cuya combustión viene aumentado la temperatura del planeta, por un fenómeno de acumulación del CO2 en la atmósfera que impide que el calor de la tierra escape al espacio exterior, situación que se viene midiendo desde mediados del siglo XX y apunta a la catástrofe planetaria, por demás anunciada desde que el Club de Roma llevó a la Conferencia de Estocolmo, en 1972, su informe sobre los límites del crecimiento, que hablaba además del agotamiento de los recursos y materias primas para la gran industria.

Por la acción de los microorganismos, no sólo se ha dado lo que algunos llaman la “venganza” de la naturaleza, sino que con su aplicación sobre la vida de las gentes, se han librado verdaderas guerras bacteriológicas conocidas, que han causado millones de muertes, como las ejecutadas por los Reinos de España y de Inglaterra en la conquista de Nuestramérica

Para los geólogos que han divido la historia del planeta en “eras”, ha sido el Holoceno, la Era que se inicia al final de la última glaciación, hace 11.000 años, la que lo que permitió que mejoraran las condiciones ambientales y eso hizo posible la agricultura. Pero la geología social creó el Antropoceno, como la Era que se inició con la primera Revolución Industrial, en el siglo XIX, porque se caracteriza en el hecho que la humanidad ha cambiado las condiciones climáticas con la continua y creciente quema de los combustibles fósiles y su innata generación de gases de efecto invernadero. Para los ecosocialistas no es justo llamar a esta era como antropogénica porque eso indica que toda la humanidad es responsable, por ejemplo, del calentamiento global y del cambio climático, ya que ello, en verdad es responsabilidad del modo de producción y consumo del capitalismo, y lo adecuado es llamar a esta era como Capitaloceno.

Ahora bien, lo que caracteriza al Capitaloceno, es que los dueños del capital consideran que los recursos de la naturaleza son “recursos infinitos”, como son infinitas las fuerzas de trabajo, dado que el capitalismo para surgir necesitó a millones de hombre y mujeres desempleados, es lo que se llama el ejército industrial de reserva. La otra característica del capital es que niegan el impacto de su modo de producción y consumo sobre la naturaleza, niegan el calentamiento global, niegan el cambio climático, y niegan la crisis civilizatoria, eso se llama negacionismo.

Y ese negacionismo de los rectores del Capitaloceno alcanza a obviar y/o banalizar datos como los siguientes:

- Para la OMS es de origen animal el 60% de las infecciones conocidas y 75% de las nuevas y emergentes. A ello se suma que hay millones de granjas industriales, donde viven hacinados y en condiciones anti-natura más de 70 mil millones de animales, y que ya se conoce de la extinción del 70% de diversidad animal, en relación con la que se reconocía para el año 1970.

- En las últimas dos décadas hemos tenido varias pandemias, como la gripe aviar, la fiebre porcina, el ébola y la enfermedad de las vacas locas, que no son mas que el resultado de los nichos para reproducción de microbios en los que se han convertido la mayoría de las granjas industriales del mundo entero. Con la pandemia actual, millones de animales, de los cuales las empresas se aprovechan no de su carne, sino de sus pieles han sido sacrificados, como es el caso de los visones.

- Con solo el 10% de los granos con que son alimentados los miles de millones de animales existentes en las granjas industriales, cuyas carnes pueden ser consumidas por minorías, bastaría para erradicar el hambre del planeta, o dicho de otra manera, que si todos fuéramos vegetarianos, la tierra tiene capacidad para alimentar, no solo a los cercanos a 8 mil millones de habitantes que somos hoy, sino a 80 mil millones. Pero el capital dice que comemos para él reproducirse, lo cual lo lleva a la destrucción de los bosques, y selvas para la alimentación de animales produciendo la extinción de la biodiversidad vegetal.

Parar esa crisis civilizatoria pasa por reconocer su existencia, no por negarla, pasa por buscar la raíz de las crisis económica, climática, política, sanitaria y epidemiológica, y con organización militante prepararnos para desplazar a los rectores del capitaloceno y sus medio de comunicación que ocultan y banalizan informaciones como las que les he presentado

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