LA RESILIENCIA DE LA NATURALEZA Y EL TRABAJO
Vamos a exponer algunas consideraciones sobre la resiliencia de los sistemas de seguridad en general a partir de las experiencias de la naturaleza, los pueblos y las personas que puedan aplicarse en el mundo laboral. Estas notas nacen de un ciclo de charlas virtuales que organizó el SSST de PDVSA, que puede ser revisado en el sitio https://youtu.be/PsbcVOYsd_c
Comencemos por el origen de resiliencia, palabra que viene del vocablo latino “recilio” que quiere decir volver atrás. Puede ser establecida como la capacidad que tiene un cuerpo, un organismo, una colectividad, etc. a reponer sus condiciones luego del cese de una fuerza devastadora. Es una palabra que se aplica en la naturaleza a todos sus componentes, bióticos y abióticos. Las diferentes profesiones hacen uso de resilencia o resiliencia para explicar este tipo de fenómenos, desde los ecología, biología, psicología, sociología, ingeniería y otras. Para todos y todas hay una claridad que la resiliencia de cualquier cuerpo tiene un límite, a partir del cual sobreviene la destrucción total, la pérdida total decimos en ingeniería. Revisemos algunos ejemplos.
La destrucción de los bosques ocasiona la destrucción de los suelos, cuyos ecosistemas fijadores de nutrientes quedan desamparados y son barridos por condiciones ambientales adversas. Hoy en día, la mayor parte de las veces este hecho es fruto de lo que se están llamando el capitaloceno, pero hace unos 15 mil años, uno de los bosques más grandes del planeta desapareció en el norte de África, en gran medida por una modificación de la inclinación del eje de la Tierra, que llevó a esa zona, con una vegetación y extensión similar a la selva amazónica, a recibir más radiación solar y transformarse en lo que hoy conocemos como el Desierto del Sahara. Para algunos autores, en menor medida, ese proceso se dio acompañado de la tala y la quema de los seres humanos.
La actual destrucción de los bosques ha conducido, según la Organización para la Alimentación de Naciones Unidas a la pérdida del 80% de los suelos, destrucción que se ha completado con la mal llamada revolución "verde" que bajo el supuesto propósito de acabar con el hambre en el mundo, hizo uso de herbicidas, plaguicidas y de fertilizantes petroquímicos de nitrógeno, fósforo y potasio (NPK); estos últimos aumentan al principio la producción de los suelos, pero luego su desaparición. Pan para hoy y hambre para mañana, es una frase popular que bien cabe en este asunto. El Sahara es un ejemplo de superación del límite de resiliencia de un bosque.
El límite de resiliencia también puede ser aplicado a los pueblos. Un ejemplo de ello fue el caso de Isla de Pascua, en el Pacífico, al oeste de Chile. Allí vivió en el siglo XV una población de gran cultura, grandes navegantes, creadores de una maravilla representada por las estatuas que nos reportan sus capacidades técnicas. Los pascuences acabaron con todos los árboles, para sus barcos, casas, calefacción. Destruyeron sus suelos. Un buen día desaparecieron.
Conflictos y guerras recientes nos hablan de pueblos con gran resilencia. Mencionemos solo a los pueblos palestinos, yemenita y sirio. Diariamente fuerzas militares poderosas, con la más avanzada tecnología jamás conocida hasta ahora, provenientes de Israel, Arabia Saudita y Estados Unidos bombardean a esos pueblos, y al día siguiente, luego de enterrar a sus muertos, curar sus heridas, la población vuelve a sus tareas diarias, de sobrevivencia en condiciones adversas que no cesan. El caso del pueblo venezolano puede ser inscrito en el tema de resiliencia, porque cada día somos víctimas de una hiperinflación inducida por agentes externos, a la cual el gobierno no acierta como contrarrestar, y los efectos del bloqueo de insumos y tecnologías para la industria petrolera, del bloqueo comercial que no cesa ni para comprar las vacunas contra la COVID-19, del bloqueo financiero, del embargo de capitales en bancos europeos y del robo de propiedades del pueblo en Estados Unidos, Colombia y otros países. Pese a todos los intentos de agentes externos, y algunos internos, el límite de resiliencia de Venezuela se aprecia lejos. En las personas también se habla mucho de resiliencia, cuando ocurre un hecho trágico, la muerte de un familiar o de un compañero de trabajo en especial, si ocurre al lado nuestro, un secuestro, un accidente, etc.
La psicología ha desarrollado la terapia post-traumática para apoyar en la recuperación. He visto al personal de una refinería que ponía el todo por el todo, como decimos de la gente comprometida y participativa, tanto en producción de gasolinas como en la prevención de los peligros, que después de un desbastador accidente, con varias fatalidades, se desmotivaron ante las preguntas que los trastornaban: ¿Qué hicimos mal?, ¿Qué dejamos de hacer?, y vi como la ayuda psicológica les devolvió su capacidad de compromiso y participación. La psicología y la naturaleza nos enseñan a desarrollar la resiliencia, donde la variable tiempo tiene una gran importancia. La ingeniería ha hecho uso de ese principio para desarrollar ciertos productos.
El más claro ejemplo de la aplicación de resiliencia lo constituyen las bases de los motores, tanto industriales como de automotores. Fabricadas con elastómeros especiales, todos los días, al cese de la operación del motor, estas bases se recuperan de las vibraciones, el calor, humo y demás condiciones adversas. Nos preguntamos ¿Cómo sería nuestra era si la mayor parte de los productos se construyeran con este tipo de material? Pero vaya, el capitalismo vive de la curva de la demanda, y más bien generó y aplica el principio de obsolescencia, que hace que los productos tengan un determinado período de vida, por eso tenemos en el closet de la casa, equipos electrónicos a los cuales no se les consigue el repuesto a pesar de ser relativamente nuevos y todo tipo de chécheres inservibles.
Con las bases de los motores hemos entrado en materia, como ellas deben ser todos los sistemas de seguridad, capaces de resistir el embate de fuerzas externas y recuperarse apenas tengan la posibilidad, o ser usadas por debajo de ese límite de resilencia, que en el caso de los materiales los podemos conocer. Tan es así, que en materia de seguridad se usa el límite de resilencia de los materiales en la seguridad. Es el caso de los detectores de calor. Por ellos pasa una corriente continua que se ve interrumpida cuando falla un estrecho filamento de cobre diseñado para fundir a una determinada temperatura. La falla de corriente activa en una central de incendios desde alarma de incendios hasta sistemas de bombeo de agua e incluso, sistemas de inyección de espuma, todo ello dependiendo del tipo de fuego esperado.
En Resistencia de Materiales, una de las áreas en que se forman los profesionales de la ingeniería se establece que la resiliencia es la energía de deformación que puede ser recuperada de un cuerpo cuando finaliza la causa de tal deformación. Matemáticamente se expresa como el trabajo externo realizado para deformar un material hasta su límite de elasticidad. Se puede expresar así: Resilencia = Trabajo externo realizado para deformar un material hasta su límite elástico. Coloquialmente se dice que es la “memoria” de un material para recuperarse de una deformación causada por una fuerza externa. En los pavimentos que se preparan con asfalto, piedras y arena, se observa como bajo la acción de diferentes cargas móviles y repetitivas se genera una deformación plástica, que tiende a hacerse acumulativa hasta que por el desgaste llega a alcanzar valores inadmisibles y fractura. Un caso especial en este tema lo constituyen los aceros, el cuerpo central de casi cualquier equipo de uso de nuestra vida, y en especial de las industrias.
Los aceros constituyen una ingeniosa combinación de hierro y carbono, a los cuales se agregan otros metales que le proporcionan cualidades en función del uso para el cual están destinados. Un acero sencillo tiene un límite de elasticidad de 160 giga Pascal (GPa), un diseñador de un equipo donde este acero vaya a ser usado debe garantizar que durante el funcionamiento del equipo que emplee a este acero, ese valor nunca se alcanzará, condición no solo de la vida útil del activo sino de las condiciones de seguridad del entorno.
Ahora bien, en una empresa la resiliencia es la capacidad de mantener su propósito principal e integridad frente a la acción de agentes externos como son el sabotaje, los ciberataques, el hakeo de información vital y el desarrollo de un evento natural catastrófico, como fue el tsunami que superó las barreras de la costa nipona e impactó contra la central nuclear de Fukushima en 2011, poniendo al planeta en riesgo de haber sido sometido a un invierno nuclear y a la sexta extinción de especies vivientes, con la nuestra incluida.
En nuestro país tenemos experticia ante actos de sabotaje, el más reciente, en 2018, al Sistema Eléctrico Nacional, que lo hizo colapsar dejando a todo el país sin electricidad por 4 días. Se atacó por vía telemática el cerebro del sistema, las computadoras que operan las turbinas de la Planta Hidroeléctrica Simón Bolívar en Gurí, que proporcionan el 60% de la energía eléctrica del país y puntos clave de los sistemas de transmisión, y por acciones físicas directas, inentendibles, a ciertas subestaciones de electricidad. La empresa pudo recuperarse de la acción criminal, gracias a la alta capacidad de resiliencia de sus trabajadores.
Algo similar, por acción de los trabajadores, no de las gerencias, y doy fe de ello, porque casualmente he sido testigo presencial de ambos momentos, (2018 y 2002-2003) ocurrió con PDVSA en 2002-2003. La integridad de los trabajadores, su formación, su participación, sentido de pertenencia y compromiso los llevó a superar la acción, no de una fuerza externa, sino de un colectivo interno de la empresa que se autocalificaba de meritócratas, el cual paralizó la industria al abandonar puestos claves del proceso de producción, usó las claves de los sistemas de almacenamiento y transmisión de la información que estaban a su alcance para sabotear refinerías, sistemas de bombeo, subestaciones eléctricas, y otras acciones que pusieron al país al borde de una guerra. PDVSA y CORPOELEC han demostrado un alto nivel de resiliencia.
No siempre ha salido bien librada PDVSA de actos criminales. Lo que a continuación describo es de mi única responsabilidad. En 2011 ocurrió el hundimiento de la plataforma Aban Pearl. Para entonces fue considerado un accidente. Yo lo entendí de esa manera, porque estuve muy atento de la investigación. Ahora, diez años después, visto el sabotaje actual a PDVSA, ahora directamente realizado por el gobierno de EEUU que nos niega mercados para vender petróleo, adquirir insumos para mantener equipos, y roba las instalaciones de CITGO, considero que aquello pudo haber sido un evento milimétricamente preparado, porque en un sitio donde la corrientes marinas son tan altas, el grueso de plataforma no fue arrastrada mas allá de la boca del pozo, que por cálculos del momento, le daría a Venezuela gas en tal magnitud que podríamos hasta empezar a exportar. En otras palabras, se paralizó el plan gasífero nacional. Hoy la mayor parte de la población debería tener gas directo y no depender de bombonas, todas las plantas termoeléctricas deberían estar usando gas y no combustible diesel, y la mayor parque automotor del país debería estar usando gas y no gasolinas. De eso, nuestro país no da visos de recuperarse.
Ahora bien, ¿Cómo promover la resiliencia en las empresas? En primer lugar la promoción de la resiliencia debe ser parte de la política de las empresas, para que en toda instancia de la empresa, el personal se aboque a tareas que se orienten a actuar en colectivo, para que cese el trabajo en esferas estancas, y no sigan pasando cosas como la adquisición de materiales sin que procura y producción no están debidamente alineados.
Hay un ejemplo del ciclista en competencia que aspira llegar a una meta donde un colectivo interactúa para que esa meta sea lograda. Cada quien tiene una tarea, y cada quien, estando comprometido en la tarea, debe preveer en el recorrido, los tropiezos que se puedan enfrentar y se prepara para ello. Por esto es que la ingeniería de confiabilidad y riesgos es un arma poderosa para desarrollar la resiliencia en las empresas, porque no es, y no debería ser usada post-morten como suele hacerse en empresas sin cultura resilente, sino que debe estar como en el ejemplo del ciclista buscando que puede fallar, donde, alertando y sobre todo actuando en forma que esa falla detectada en el camino a la meta sea corregida de inmediato.
Esto nos lleva al segundo paso: aplicar la política de resiliencia de la empresa, una vez establecida como tal, y eso pasa por romper el paradigma de unos sistemas de seguridad de las empresas pasivos, que solo suelen ser de importancia durante el desarrollo de un incidente, en especial cuando reúne las condiciones de catástrofe. Desde el aspecto normativo hay poco desarrollo al respecto a nivel mundial, pero a nivel nacional no hay nada. Por estar en español pueden ser revisadas las siguientes Normas Técnicas de Prevención de los siguientes países: a) España. NTP-1.132. Ingeniería de la resiliencia, del Instituto Nacional de Higiene y Seguridad el Trabajo, b) Perú. NTP-ISO 22316: 2019 Resiliencia organizacional. Principios y atributos, del Instituto Nacional de Calidad, y, c) Ecuador, país que presenta un cuerpo normativo mas completo, con las siguientes normas: Seguridad y resiliencia — Sistema de gestión de continuidad del negocio — Requisitos (ISO 22301:2019, IDT), Seguridad y resiliencia – Sistemas de gestión de la continuidad del negocio – Directrices en el uso de ISO 22301 (ISO 22313:2020, IDT), Seguridad y resiliencia — Resiliencia organizacional – Principios y atributos (ISO 22316:2017, IDT), Seguridad y resiliencia — Resiliencia comunitaria — Directrices para planificar la participación de voluntarios espontáneos (ISO 22319:2017, IDT), Seguridad y resiliencia ─ Gestión de emergencias ─ Directrices para la evaluación de capacidades (ISO 22325:2016, IDT), Seguridad y resiliencia — Sistemas de gestión de continuidad del negocio — Directrices para los aspectos relacionados con las personas en la continuidad del negocio (ISO/TS 22330:2018, IDT), Seguridad y resiliencia – Resiliencia comunitaria – Directrices para apoyar a las personas vulnerables en una emergencia (ISO 22395:2018, IDT) y Seguridad y resiliencia – Resiliencia comunitaria – Directrices para el intercambio de información entre organizaciones (ISO 22396:2020, IDT).
Para finalizar, a manera de conclusión, se debe mencionar que el reto está lanzado para que las nuevas promociones estudien las actuaciones del pasado, vean los ejemplos positivos y desdeñen los errores, para que los programas de formación para el trabajo seguro, mantenimiento preventivo equipos, maquinarias y herramientas, la búsqueda de mejoras continuas y la formación socio-política para estimular el trabajo en colectivo, aprender a intercambiar información, desarrollar el comportamiento responsable, la comunicación y el protagonismo sean las claves para que los sistemas de seguridad se diseñan, construyan y funcionen dentro de la perspectiva de la resiliencia.
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