GESTIÓN DE PELIGROS, AMENAZAS Y RIESGOS POST-PANDEMIA





Por Eric Omaña

Luego de dos años de aislamientos, cuarentenas, vacunas, pérdidas de amistades en algunos casos familiares, apenas se avista la salida del túnel que nos ha traído la COVID-19, por lo ya está siendo hora de prepararnos en todas las áreas y facetas de la vida para la post-pandemia. En nuestra área de seguridad y salud en el trabajo lo primero que debe hacer es analizar las causas de este evento epidemiológico, bajo nuestra metodología, para establecer las causas directas, las contribuyentes y las causas raíces. Esto es necesario para empezar en eso que eufemísticamente están llamando la “nueva” normalidad. Este análisis debe continuarse con la revisión de los paradigmas dominantes hasta ahora en nuestras disciplinas preventivas, que pese al discurso inclusivo y las buenas intenciones, mantiene a la gente de la prevención en islas estancas, dentro de las misma empresas, y también en el país, islas en relación con su entorno, aunque hay excepciones, que lo que hacen es confirmar la regla.

En esa dirección van estas notas. Comencemos con el tema de las causas de esta pandemia. Es historia que la vida de los seres humanos ha estado acompaña de diversos tipos de pandemias. Las primeras registradas azotaron al Imperio Romano y que, según el investigador Kyle Harper (2017), contribuyeron a la caída de ese imperio, argumento que expresa en su libro “Caída de Roma. Enfermedades y clima”. Leyendo a este autor se puede apreciar la causa de esas primeras pandemias conocidas y registradas, sobre todo la antonina que contó con Galeno, médico cirujano de los gladiadores devenido en epidemiólogo de esas circunstancias, quien hizo los mejores registros de lo que es este tipo de fenómeno; Galeno aparece en la historia de la salud en el trabajo al registrar las enfermedades laborales de los esclavos en las minas y fundición de su época.

Para Harper (2017) y hoy nadie discute esto, la causa directa de las pandemias está asociada a la destrucción de las barreras que dispone la naturaleza para bloquear la expansión de los virus, bacterias y demás seres microscópicos portadores de males desconocidos para la especie humana. La destrucción de estas barreras naturales está asociada a la deforestación para tener terrenos para sembrar y crianza de animales, lo que a su vez inicia un proceso de extinción de la biodiversidad. Como la siembra no viene sola, la otra ruptura de barrera que se rompe es con la domesticación y cría de animales, pasando a los humanos enfermedades propias de los animales, lo que se llama zoonosis.

Las causas contribuyentes son muy variadas, pero sin duda alguna es la transportación una de las más importante. Veamos el caso de la peste antonina en la época de Roma. Comenta el autor Harper (2017) que la bacteria productora vivía originalmente en roedores endémicos del norte de África, en ambientes que el imperio convirtió en su granero. Al llevar el grano a Roma, Cartago y demás ciudades del imperio, los roedores que habían viajado con el grano en los barcos y las carretas pasaron sus pulgas a los roedores locales, las pulgas son las portadoras de la bacteria Yersinia pestis, lo demás es historia conocida.

Actualicemos este razonamiento con la situación generada con el SARS-CoV-2. Todo apunta a que la causa directa es una clásica zoonosis que permitió el paso del virus de unos mamíferos voladores a los humanos, hasta allí nada diferente a los que nos narra Harper. Las diferencias están en las causas contribuyentes y en las causas raíz. Ahora los virus y bacterias no viajan en barcos a remos y vela, ni en carretas con ruedas de madera, ahora viajan en poderosos jets a 800 y 900 kilómetros por hora. Así que solo fue cuestión de días para que la enfermedad se propagara por medio mundo.

Pero las causas raíz, que asociamos con la organización de las empresas cuando investigamos eventos contra la vida y la seguridad de los trabajadores, acá la asociaremos con la organización y las políticas de los Estados. Hemos sido testigos de Estados cuyos gobernantes han llegado a negar la pandemia, y en consecuencia no se prepararon para la crisis sanitaria, y así ocuparon los primeros puestos en morbi-mortalidad por la COVD-19, Estados casualmente ubicados en nuestro continente. También el mundo ha sido testigos de Estados que prácticamente habían desmantelado sus sistemas públicos de salud (la mayoría), hasta Estados que si se prepararon, como es el caso de nuestro país. Interesante que en China, país donde se conoció la pandemia por primera vez, producto de su organización social se mantiene en jaque a la pandemia, y ha sido el primero en retornar a la “nueva” normalidad, y que cuando se les presentan nuevos casos, recurre al aislamiento total con apoyo económico del Estado, una de las variables raíz, que ha afectado a nuestros hermanos de Latinoamérica, en especial de los países andinos, la falta de apoyo para paliar la situación económica generada por el cierre o disminución de la actividad económica.

Desde este análisis podemos partir hacia una nueva Gestión de peligros, amenazas y riesgos, o Gestión de la seguridad y salud en el trabajo, la cual deberá ser otra gestión después de la pandemia, porque amerita un cambio de rumbo de 180°, ya que ahora deben ubicarse las variables naturaleza y la seguridad y salud en el mismo lugar del mundo laboral.

Apliquemos un razonamiento similar a la pandemia de daños laborales, que según la OIT (2020) cada año (en condiciones sin pandamia) cobra la vida de más de 2 millones de personas producto de que “...270 millones de trabajadores al año se veían implicados en accidentes del trabajo - de los cuales unos 360.000 eran mortales - mientras que otros 160 millones de trabajadores contraían enfermedades profesionales… el cáncer es el que más vidas se cobra en los lugares de trabajo, causando unas 640.000 víctimas, es decir el 32 por ciento de los fallecimientos, seguido por las enfermedades circulatorias, que representan el 23 por ciento, los accidentes (cerebrovasculares) el 19 por ciento y las enfermedades transmisibles el 17 por ciento. En el informe se indica que únicamente el amianto cuesta la vida a 100.000 personas cada año...” (2).

Los y las prevencionistas analizan las causas directas de muchas maneras, los tradicionalistas siguiendo a Heinrich (1931) buscan la causa directa en la acción insegura o tal vez irresponsable de la persona afectada por el accidente laboral o la enfermedad ocupacional, llegándose al extremo de hacer responsable a la persona fallecida de su propia muerte. Los prevencionistas de las nuevas generaciones como el médico ocupacional ecuatoriano Óscar Betancourt (1999), el ingeniero de seguridad estadounidense Fred Manuele (2011) y muchos más como Eric Omaña y Arturo Suárez en Venezuela (2020), luego de años investigando accidentes han llegado a la conclusión que son las condiciones de trabajo, el ambiente de trabajo, la planificación y la forma como se organiza el trabajo donde están las causas directas de la mayoría de los accidentes laborales y enfermedades ocupacionales, por eso es requerido que los paradigmas que han marcado el desarrollo de todas las disciplinas preventivas deberán ser revisados y adaptados a la nueva normalidad que habrá de surgir luego del cese de la pandemia.

Las causas que contribuyen a aumentar la magnitud de un daño a la vida y la salud del personal de una empresa son muy variadas, podemos hacer una lista y quedarnos cortos, por ejemplo mencionemos: falta del análisis de riesgo de la tarea específica a realizarse, falta de comunicación y coordinación entre los actores del trabajo - como la sempiterna incoordinación entre operadores, mantenedores y el personal de seguridad y salud en el trabajo -, equipos y herramientas defectuosas, equipos de protección colectivos y equipos de protección colectiva defectuosos, ineficientes o inexistentes, formación inadecuada para la especificidad del trabajo, supervisión inadecuada, mala organización del trabajo que genera, entre otros problemas, exceso de carga mental y física, las tres marías de la inseguridad en el trabajo, que son la omisión, la impericia y la imprudencia, tanto del personal que gerencia, ordena, planifica, supervisa y organiza un trabajo, como de quienes lo ejecutan, solo que de esta parte están las eventuales víctimas.

Para hacer una analogía, las causas que contribuyeron a que el accidente ocurrido en 1982 en la Planta Termoeléctrica de la entonces Electricidad de Caracas ubicada en Tacoa, hoy Josefa Joaquina Sánchez, se convirtiera en una catástrofe con 154 fatalidades fueron, entre otras que los equipos de protección colectivos, en este caso todo el sistema contra incendios y fuegos no estaba operativos, los tanques de agua contraincendios estaban vacíos y no se disponía de la espuma que se requiere para atacar incendios de hidrocarburos, y sobre todo, tan grave como lo anterior, que la empresa desconocía que en el incendio de un tanque sin techo que contenga hidrocarburos puede ocurrir una explosión por sobrecalentamiento del agua contenida en el fondo, agua que no se drenaba porque las válvulas para tal efecto estaban defectuosas.

Las causas raíz están asociadas a la administración y gestión de la empresa, a la política de la empresa, y por esta razón casi nunca se investigan, porque de llegarse a hacerse, pudieran entrar a considerarse las sanciones penales contempladas en las Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, y en eso las empresas se cuidan mucho, al punto que cuando hay una fatalidad se suelen nombrar comités de investigación de accidentes presididos por la persona que finalmente pudiera resultar asociada a las causas raíz.

En una nueva normalidad de la Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo, esto se debe cambiar y corresponderá al órgano que le compete vigilar la aplicación de la ley, al INPSASEL, asumir este rol, del cual ha estado realmente ausente desde su fundación. Debe trabajarse con nuevos paradigmas, donde la variable naturaleza no sea una entidad para solicitar al ministerio correspondiente el permiso para intervenirla en aras del progreso.

Ahora bien, realizado este breve acercamiento a las causas de lo que consideramos un tema prioritario, relacionado con la gestión, que es lo medular del problema, pudiéramos permitirnos poner en discusión algunos aspectos a considerar para el desarrollo, en esa nueva normalidad de las actividades de prevención, ahora no solo de los daños a las personas que trabajan o conviven en los alrededores de las empresas, sino con los daños a la naturaleza. En nuestro caso, la gestión no podrá seguir siendo un proceso centrando en la empresa, bajo los mezquinos intereses personales del capital, sino que deberá centrarse en la naturaleza, y en la humanidad misma.

Para justificar este cambio de rumbo veamos porque se hace necesaria una nueva previsión, empezando porque el trabajo y la naturaleza son los componentes de lo que hasta ahora se ha llamado el “progreso” de la humanidad. Empecemos por reconocer que el trabajo es un proceso que tiene lugar entre la humanidad y la naturaleza, un proceso mediante el cual la humanidad, a través de sus propias acciones media, regula y controla el metabolismo entre ella y la naturaleza. Ese metabolismo ha sido descontrolado desde que los europeos pusieron pie en estas tierras, pero interesante es ver como los pueblos ancestrales, ante esa acción depredadora de los súbditos de los Reinos de España e Inglaterra fueron capaces, desde el primer momento de visualizar el resultado final de este tipo de acción sobre la naturaleza.

Así, por ejemplo, el Jefe indio Seattle, en 1855, en carta de respuesta dirigida al Presidente Franklin Pierce de EEUU, luego que este le ofreciera comprar las tierras de la nación Suwamish, le escribió “…Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra... Para él (el hombre blanco), una porción de tierra es lo mismo que otra, porque él es un extraño que viene en la noche y toma de la tierra lo que necesita… Su apetito devorará la tierra y dejará detrás un desierto…”

Y para reforzar la relación trabajo, naturaleza y pandemias vayan estos datos contundentes:

- Para la OIE (2009) es de origen animal el 60% de las infecciones conocidas y 75% de las nuevas y emergentes. A ello se suma que hay millones de granjas industriales, donde viven hacinados y en condiciones anti-natura por lo menos 70 mil millones de animales y que se conoce de la extinción del 70% de diversidad animal, que se conocía para el año 1970.

- Por eso es que en la últimas dos décadas hemos tenido varias pandemias, como la gripe aviar, la fiebre porcina, el ébola y la enfermedad de las vacas locas. Con la pandemia actual, millones de animales, de los cuales las empresas se aprovechan no de su carne, sino de sus pieles han sido sacrificados.

- Con solo el 10% de los granos con que son alimentados los miles de millones de animales, cuyas carnes solo pueden ser consumidas por minorías, bastaría para erradicar el hambre del planeta, o dicho de otras manera, que si todos fuéramos vegetarianos, la tierra tiene capacidad para alimentar, no solo a los casi 8 mil millones de habitantes que somos hoy, sino a 80 mil millones. Pero los intereses económicos son los que fijan lo que comemos, lo cual lo lleva a la destrucción de los bosques y selvas para la alimentación de animales produciendo la extinción de la biodiversidad vegetal, que constituyen la barrera natural de esos trillones de seres microscópicos que habitan la Tierra miles de millones de años antes que nuestra especie.

Algunos elementos para la nueva Gestión de la seguridad y salud en el trabajo, la que se deberá desarrollar postpandemia pueden ser entonces:

- La humanización del trabajo, para detener la pandemia laboral, que cada año, sin pandemias epidemiológicas como la actual se lleva a la tumba a más de 2 millones de trabajadores y trabajadoras por accidente y enfermedades ocupacionales, dejando varios millones más discapacitados para el trabajo y la vida.

- La Gestión debe ir más allá de los límites de las empresas, incorporando el tema naturaleza, analizando las causas de la crisis civilizatoria, de la crisis climática, de la crisis epidemiológica, y actuar en consecuencia. Debe considerarse con atención el enfoque de FAO-OIE-OMS para prevenir los brotes y pandemias de zoonosis que están por venir: “Una sola salud”. Pienso que en esa alianza de los organismos de Naciones Unidas para la alimentación, la salud animal y la salud humana, falta la OIT. Porque la Gestión no puede seguir aislada del tema naturaleza, no puede ser que subsuma en la obtención de un permiso ante los Ministerios del Poder Popular para el Ecosocialismo o el de Aguas, o se quede en un evento anual por el Día Nacional del Árbol o el Día Mundial de las Playas. Es un tema que demanda de cada uno de nosotros y nosotras una mayor discusión. Debemos superar que en la aplicación de las 3R, la reducción es la R menos aplicada y hacia allí se deberían dirigirse los esfuerzos en esa nueva normalidad, así como la R de reusar, porque si a ver vamos, la R de reciclar lo que ha generado es una cultura de la miseria a nivel mundial y nuestro país no es la excepción, que se aprecia en los vertederos y más recientemente en las calles de las grandes ciudades.

- La Gestión debe romper al interior de las empresa la eterna descoordinación entre quienes producen entre si, entre quienes integran los servicios de seguridad y salud en el trabajo entre sí (personal de medicina, ingeniería, técnicos, bomberos), entre estos actores, producción y prevención entre si, porque sin comunicación, ni coordinación, ni integración, seguiremos sin poder vencer a la pandemia de accidentes laborales y enfermedades ocupacionales, en Venezuela y en el mundo.

- Una de las situaciones que ha obligado esta pandemia fue a tomar muy en cuenta dos importantes disciplinas preventivas como son la bioseguridad, cuyo solo nombre refleja la aplicación de medidas de higiene y aseo personal, distanciamientos, higiene del puesto de trabajo y del elemento de transportación, la aplicación del uso de equipos de protección personal, en especial de los tapabocas, protectores visuales, guantes para todo el público, y la ergonomía con el teletrabajo, que pudiera hacer desaparecer muchos puestos de trabajo, como en la banca, que mucho antes de la pandemia, producto de la digitalización de las operaciones y desaparición de la moneda fiat (billetes) se viene quedando con un mínimo de personal.

- La Gestión de la seguridad y salud en el trabajo quizás pase a llamarse, por ejemplo, la Gestión de la seguridad de la naturaleza y el trabajo, si en realidad la especie humana aprende la lección que el microscópico SARS-CoV-2 nos está dando, para lo cual se demanda con urgencia reformular el marco jurídico, porque de no hacerlo, las burocracias de los ministerios relacionados con el ambiente y el trabajo como entes rectores, y de sus órganos ejecutantes se quedarán con el disco de seguir haciendo las cosas como las venían haciendo, esperando de paso obtener mejores resultados. Alguien por ahí considera que es una locura seguir pensando así. Otros considerarán que los locos somos los que tenemos esta visión de la nueva realidad, escoja cada quien de cual lado de la locura está, y luche para cambiarla.


Referencias

- Eric Omaña&Arturo Suárez. (2020) Revista Salud trab. (Maracay); 28(1): 61-71.

- Fred Manuele. (2011) Dislodging Two Myths From the Practice of Safety”. ASSE. pps 52-61.

- https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/15949-la-carta-que-el-jefe-indio-seattle-envio-al-presidente-de-estados-unidos.html

- Kyle Harper. (2017). The fate of Rome. Climate, disease, and the end of an empire. Princeton University Press, Princeton and Oxford.
OIT. Noticias de la OIT. Ginebra (24 de mayo de 2002) Dos millones de muertes por accidentes laborales cada año, en https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_071435/lang--es/index.htm

- Organización Mundial de Sanidad Animal (2009). Una mundo, una salud.

- Óscar Betancourt. (1999). Texto para la enseñanza e Investigación de la Salud y Seguridad en el Trabajo. Quito: Ed. OPS/OMS-FUNSAD William Heinrich. (1931). Prevención de accidentes industriales, un enfoque científico. McGraw-Hill.

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