EL OMNICIDIO GLOBAL

    EL OMNICIDIO GLOBAL fue presentado en la MEGACONVENCIÓN CENTRO DE ESTUDIOS EN CIENCIAS DE LA ENERGIA  UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA, magno evento realizado en el marco de la conmemoración de los 19 años de la fundación de la Casa de los Saberes.  Autor: Eric Omaña



Contextualización:

    La palabra “omnicidio” viene del latín omnis que significa todo y caedere que se traduce como matar, de tal modo que es una expresión de la acción de acabar con la vida de todo ser viviente, va más allá del homicidio, que es la muerte del humano por el humano mismo y del ecocidio, la muerte de los ecosistemas, también por el humano. La palabra representa la muerte de toda la biósfera y con ella la extinción de la humanidad.

    Omnicidio es palabra que mejor representa el deseo expreso del capitalismo de deshacerse de la mayor parte de los seres indeseables para ellos, como lo dijo descaradamente la ciudadana Christine Lagarde, Presidenta del Banco Central Europeo y ex -Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, con relación a lo conveniente que sería que las gentes jubiladas se muriesen temprano para que no sean una “carga” económica para los sistemas de seguridad social europeos, planteamiento que hizo esta persona en el marco de la pandemia de la COVID, que puso a pensar a todos, dado que la más alta mortalidad por la enfermedad estaba del lado de las gentes mayores, muchas de ellas jubiladas, como lo deseaba la citada funcionaria del FMI, su eventual intencionalidad de extinguir a esa franja de la población mundial.

    Hay demasiados indicios de esa intencionalidad de acabar con una buena parte de la población mundial, el capitalismo industrial ha basado su crecimiento y desarrollo en la palabra extinción, aplicado a los pueblos que se van conquistando y sometiendo a una potencia determinada, primero a los reinos de España e Inglaterra, luego a otros países europeos, donde Bélgica, con su rol en el Congo africano tiene un sitial de primer orden, hasta llegar a la potencia más poderosa, pero más peligrosa conocida, Estados Unidos.

    Una rápida revisión de la historia nos ubica en el genocidio más grande conocido hasta ahora, la de los pueblos originarios americanos y de los pueblos africanos, como ejemplo. En nuestro continente el exterminio de la población original en la conquista y colonización, fue de tal magnitud que pese a contar con la bendición de las iglesias cristianas, la calvinista y sus diversas versiones en el norte, y la católica en el sur, un sacerdote escribió ese documento que todos debemos leer “Brevísima relación de la Destrucción las Indias”, donde se da cuenta porque, ante la muerte indiscriminada de los indígenas, se debió recurrir a la mano de obra africana para poder mantener en producción los cultivos de caña y sus ingenios de azúcar, explotar las minas y demás actividades productivas con las que ingleses, españoles y portugueses, saquearon las riquezas de esta parte del mundo.

    Ese genocidio, de los pueblos americanos originarios y de los pueblos africanos, ha tenido diversas cuantificaciones. En el libro “Las venas abiertas de América Latina” su autor, luego de revisar diversas estimaciones, se quedó con el valor de 60 millones de seres, sólo de los pueblos originarios. Nadie ha hecho una estimación del aporte fatal de los pueblos africanos, pero se sabe que de cada barco “negrero”, sólo en la travesía, no menos de 10 cadáveres de esclavos eran arrojados al mar.

    Quien no haya concienciado aun lo que representa el exterminio que Europa practicó en esta parte del mundo, basta con pensar que fue asesinada 1 persona de cada 10 habitantes del planeta en esos tiempos, porque 60 millones es el 10% de 600 millones, que es la cantidad de gentes que para esa época estima el Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas había en la Tierra.

    En aquel momento de la historia de la humanidad, la principal fuente de energía era la quema de las maderas, pero lo que es bien cierto es que la energía para mover la producción, en esta etapa esclavista de la sociedad americana, no fue otra que la fuerza humana, pero como las religiones de entonces no le daban carácter humano a los pueblos ancestrales y menos a los pueblos africanos, su vida, como en toda etapa esclavista, solo valía en relación a su posibilidad de producir, las negras por producir más esclavos, y los negros por producir más azúcar, más café, más algodón, en fin para enriquecer más al esclavista.

    En pleno desarrollo de las ideas que estaba plasmando en textos Carlos Marx, aparece un ciudadano que va a darle marco teórico a la necesidad de controlar la población para supuestamente evitar el colapso de la sociedad. Este personaje, economista y sociólogo, Tomás Malthus, consideraba que los recursos para alimentar a la creciente población no podría alcanzar para todos, y había que tomar el control de la natalidad, claro es de entender que estaba hablando de los pobres en Europa y de todas las capas de las poblaciones, alrededor del mundo, donde Inglaterra estaba saqueando riquezas.

    Malthus fue duramente criticado por el químico agrícola alemán Justus van Liebig, a quien Marx estudió a profundidad y lo llevó a establecer lo que algunos autores - ver la “Ecología de Marx” - denominan la "fractura metabólica”. Recordemos que para el padre de la teoría marxista, el trabajo es una relación metabólica entre el hombre (la humanidad) y la naturaleza, por lo que esa factura se produce cuando unos hombres se apropian de la vida de los otros seres vivos y de la naturaleza, gentes incluidas, además explotan los recursos materiales sin control y sin otro fin que el de enriquecerse de la manera más rápida que sea posible.

    Con Malthus los ideólogos del capitalismo empezaron a hablar de superpoblación y si bien es cierto que la demografía nos enseña como pasamos de ser 100 millones cuando el profeta de las tres religiones monoteístas anduvo por Palestina y hoy, unos 2.000 años después, pasamos a ser casi 8 mil millones, también es cierto que con la producción agrícola que hoy por hoy se dedica a alimentar a unos 80 mil millones de animales encerrados en fábricas agropecuarias de toda índole, creando las condiciones para las próximas pandemias, se puede perfectamente alimentar a 10 veces la población actual del planeta, eso sí, volviendo todos a ser vegetarianos, como era al principio.

    Ahora bien, al exterminio para ocupar territorios y saquear sus riquezas, se sumó la limpieza étnica y la religiosa. En años recientes (1994), en Ruanda, una parte de la población, aupada por la iglesia católica y los medios de comunicación, con el silencio cómplice del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, acabó con más de 800.000 personas de otra parte de la población. Tribus que antes que Europa se apoderara de África, tenías sus propios territorios, costumbres, culturas, religiones, fueron luego concentradas en territorios comunes, que a lo largo de los siglos mantuvieron sus rivalidades, y cuando llegó el momento de la “independencia” los encontró, a una parte con bienes y capacidad de estudio, y otra parte desposeída de toda y convertida en fuerza de trabajo de la otra. Lo demás fue una chispa para incendiar la pradera.

    Un caso relacionado con la actual guerra en Ucrania, fue el desmembramiento de la República Federativa de Yugoslavia. La OTAN apoyó el separatismo de la ahora República de Kosovo con bombardeos aéreos en los que murieron miles de personas, y a esas fuerzas separatistas que iniciaron la limpieza étnica de la población musulmana, especialmente serbios bosnios , ante los ojos atónitos del resto de los países como advertencia de lo que vendría, para iniciar el siglo XXI. Con el tiempo Kosovo se convirtió en la fuente de efectivos mercenarios para cualquier guerra del imperio en cualquier parte del mundo.

    El caso más dramático de exterminio sin correr el mínimo riesgo de parte del exterminador, y es la base de este análisis, fueron los bombardeos aéreos atómicos contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón (1945), acciones ejecutadas cuando la II Guerra Mundial había culminado y el Imperio Japonés negociaba con los aliados los términos de su rendición. Como todo bombardeo fue ejecutado contra población civil, con un saldo de 150 mil personas fallecidas en forma inmediata y una cantidad nunca estimada, pero que debió ser de al menos el 30% de las personas que fallecieron inicialmente, producto de las quemaduras y sobre todo de las radiaciones ionizantes que sufrieron durante ese inesperado ataque en ambas ciudades.

    En resumen, si pensamos en capitalismo, no solo como el industrial, sino el comercial – financiero, que se inicia a finales de la edad media, encontramos asociado a su desarrollo, un exterminismo constante de pueblos, que alcanzó su máximo con la II Guerra Mundial, donde Rusia, como eje integrador y creador de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue el blanco de la misma, con más de 27 millones de muertos, equivalente, entre el 25% y el 50% de todas las muertes de toda esa guerra. Solo que ahora, el capitalismo se prepara para exterminar toda forma de vida en el planeta, se prepara pare el Omnicidio Global.

Desde Thompson a la COVID

    Edward Thompson fue un historiador inglés y teórico marxista que en 1980 escribió un ensayo de apoyo al movimiento europeo de desarme nuclear, denominado “Notas sobre el exterminismo, la última etapa de la civilización”. La llamada guerra fría y la tensión URSS-EEUU por la famosa crisis de los misiles en Cuba, tenía a una parte importante de la comunidad científica pendiente del holocausto final. Para Thompson la humanidad estaba viviendo su última etapa civilizatoria, gracias al arsenal atómico de las grandes potencias, enfrentadas en polos opuestos, y otras naciones, no tan grandes potencias, pero igualmente poseedoras de tan mortífera tecnología.

    Esa carrera nuclear llevó a que cada país se hiciera de misiles más potentes, de más largo alcance, carrera en que la maquinaria belicista de Estados Unidos siempre apostó al concepto del primer ataque, el fulminante, que destruyera todos los silos de armas atómicas soviéticas, y que fuera capaz de neutralizar los lanzamientos furtivos que se dieran desde submarinos y otras fuentes ubicadas fuera de la URSS. Y en ese tónica “terminó” la guerra fría, no porque una potencia hubiese acabado con la otra, sino porque las contradicciones del llamado “socialismo real” llegó a parecerse tanto al capitalismo, que la URSS desapareció y eso marcó el supuesto fin de la guerra fría.

    Científicos como Thompson explicaban lo inútil de esa eficiencia del primer ataque, porque en todo caso, si así fuera, que EE.UU. neutralizará todas las instalaciones nucleares soviéticas, las explosiones que causarían esos ataques, los incendios que le son concomitantes, el humo, así como el hollín que se desprendería de esos ataques, produciría en la Tierra un invierno nuclear, porque la energía que nos regala todos los días el padre Sol no llegaría a la superficie terrestre y en consecuencia se reduciría drásticamente la temperatura en todo el planeta produciendo lo contrario al calentamiento global, es decir, produciendo un enfriamiento global con efectos catastróficos para toda la biósfera. La humanidad perdería a miles de millones de gentes, sin considerar el impacto en las otras especies animales, vegetales y a los otros reinos del ciclo de la vida. Quizás volvería la vida a lo que fue hace miles de millones de año, en que sólo los micro-organismos poblaban este ancho mundo.

    El concepto de invierno nuclear como consecuencia de un enfrentamiento atómico, ya sea entre pequeños países o grandes potencias, como hoy la tensión EE.UU y Rusia, que está en línea con los sucesos en los países que se declararon su independencia de Ucrania, como una vez lo hizo Kosovo de Yugoslavia, ha sido siempre banalizado por los gobiernos de EE.UU. y eso es historia, por eso la postura negacionista de Trump al retirarse del Convenio sobre Cambio Climático no es nada nuevo. Recordemos que así hicieron las tabacaleras estadounidenses cuando en los años 50´s se demostró fehacientemente que el fumar cigarrillos estaba asociado al riesgo de contraer cáncer, y lo hacen hoy en día, cuando niegan, en contrario a las evidencias científicas de investigadores alrededor del mundo que están comprobando que los alimentos transgénicos son dañinos para los animales que en el laboratorio los están consumiendo, y que en consecuencia se debe recurrir al principio de Precaución en Salud, salud, en especial de las nuevas gentes, niños, niñas y adolescentes.

    Por último, las opiniones de Mills y colaboradores (2008), nos relata que las tormentas de fuego en 100 ciudades producto de explosiones nucleares, mucho más potentes que lo que fueron Hiroshima y Nagasaki, elevarían hacia la troposfera superior y la estratosfera inferior grandes cantidades de calor, humo y hollín, producto de un fenómeno llamando “pirocumulonimbus”, que son nubes de gran desarrollo vertical, internamente formadas por una columna de aire cálido y húmedo que se eleva en forma de espiral rotatoria. Su base suele encontrarse a menos de 2 km de altura mientras que la cima puede alcanzar unos 15 a 20 km de altitud, impidiendo el ingreso de los rayos solares por un lado pero calentado aún más al hollín, llevando al humo a permanecer varios años en la estratósfera

    Un evento de estas condiciones puede devenir de un enfrentamiento entre potencias atómicas menores, como pueden ser la India y Pakistán, países que mantienen viejas controversias nacidas de la era colonia impuesta por el Reino de Inglaterra y sus gobiernos.

    Para la época en que ciudadanos como Edward Thompson andaban promoviendo la lucha contra el peligro atómico, aún no estaba tan clara otro peligro para la vida, más latente pero igualmente fulminante, para el momento en que alcance su punto de no retorno: el calentamiento global. La crisis civilizatoria que menciona Thompson vino agudizarse en 1988 cuando otro científico, el climatólogo James Hansen expuso el trabajo de un grupo destacado de científicos sobre el calentamiento global, que llevó a que Naciones Unidas creara el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU que cada año da informaciones más alarmantes que las del año anterior correspondiente.

    Y junto con el calentamiento global empezamos a hablar de cambio climático, y de las eventualidades, que de no detenerse el crecimiento de la curva de temperatura que va paralela a la concentración del monóxido de carbono, desde que comenzó la era del capitalismo industrial, o al menos desde cuando se empezó a medir ambas variables, en el siglo XIX, la humanidad, pero con ella, las formas de vida vertebradas y gran parte de las invertebradas, estarían condenadas a la extinción, como en su época ocurrió con los dinosaurios, solo que esta extinción será el producto del desarrollo del capitalismo, por eso algunos autores llaman a esta época como capitaloceno.

    Al cambio climático se le ha asociado todo un conjunto de adversidades que hacer una lista quedaría corta, pero mencionemos algunas: sequías pronunciadas y en aumento, con las consiguientes hambrunas, que en África es la primera causa explicativa del movimiento de migrantes hacia Europa y en Centroamérica hacia Estados Unidos; violencia y guerras como en varios países africanos; las tensiones políticas y derrocamiento de gobiernos indeseables para EE.UU. en el marco de las llamadas revoluciones de colores en los países árabes; los incendios de bosques y sabanas en todo el planeta, incluso en las gélidas tierras de Siberia y Yukón; el aumento del nivel del mar por el derretimiento de los glaciares, que amenaza a millones de personas; el cambio de las corrientes marinas que en océano Atlántico controlan el clima en Europa y América, expresado en el aumento de potencia de huracanes y ciclones como se les llama en esta parte del mundo, y tifones en la otra parte, así como lluvias torrenciales cada año mayores que el anterior año con graves inundaciones; enfermedades cuyos vectores pueden desplazarse a regiones que en el pasado contaban con un clima que les era hostil, etc.

    La Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2009 aprobó una hoja de ruta, luego de haber analizado el Informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, para detener la amenaza climática, luego cada año se ha reunido el Comité de las Partes para hacer seguimiento del avance, y concluir en cada comité con el lamento que no se ha hecho nada. El homo sapiens industrial-capitalista, integrado por mucho menos del 1% de la población mundial, dirige la avanzada carrera suicida hacia la extinción, ahora consciente, una parte importante de la humanidad, de que tal extinción no solo se llevará al humano sino a toda forma de vida conocida, salvo repito, de los microorganismos y algunos invertebrados.

    A esta crisis planetaria se sumó la COVID, una pandemia que vino a integrarse a una serie de pandemias que han afectado a los humanos, cada vez con mayor intensidad, y que nos han puesto en alerta, porque ahora se sabe de los cientos de miles de microorganismos que están en estado latente esperando su momento para liberarse, en los criaderos de animales, fuente de riqueza del negocio mundial de la carne, a su vez destructor de los suelos y sus ecosistemas, en muchos lugares donde aún el capital no ha ingresado a destruir sus santuarios o lo que es más grave, en la tundra siberiana y del Yukon, congelados desde hace millones de año, tundra que ahora se derrite por el calentamiento global, y que no sólo nos alarma por la cantidad de monóxido de carbono que alberga, mucho más de lo que se ha producido por la quema de combustibles fósiles, sino por el potencial de peligros biológicos que almacena desde hace miles de millones de años.

¿Omnicidio o los derechos de la naturaleza?

    Ante tanto cuadro trágico no es mi intención tomar un punto pesimista de lo que viene. Soy extremadamente positivista con respecto a nuestra especie y con todas las formas de vida. No en balde esa fue la visión que estableció el Presidente Chávez cuando formuló el Quinto Objetivo Estratégico del Plan de la Patria: salvar la vida en el planeta y con ella la especie humana.

    Pero no hay solución mágica, como la que plantean los negacionistas de EE.UU. en el sentido que los científicos encontraran como bajar la concentración del monóxido de carbono sin tener que sembrar árboles ni disminuir la producción de todas las cosas que le dan riqueza al imperio: armas, bienes de consumo industrial, bienes de consumo masivo de los humanos, etc., es decir, sin tener que bajar la quema de combustibles fósiles.

    Apuestan los negacionistas al uso de tecnologías “verdes” que son en sí mismas producto de la quema de combustibles fósiles y una forma más de continuación de la depredación de los recursos del planeta, es decir, de la reproducción de capitalismo.

    Más tarde que temprano, en la medida que todas esas predicciones de las debacles que potencialmente podrían empezar a suceder entre los años 2030 y 2050, donde los científicos han ubicado el punto de no retorno ante la debacle planetaria mundial, los sobrevivientes tomaran el control, porque se impondrá la necesidad de sustituir al capitalismo por otra forma de producción y consumo más social, quizás no será el socialismo del librito en que nos formamos todos y todas, quizás sea el librito no escrito conque los pueblos originarios habían sobrevivido en esta tierras hasta antes de la llegada de los europeos, lo siguieron y siguen haciendo.

Sin duda alguna se impondrá el imperativo ecológico de reconocer los derechos de la naturaleza, en la Asamblea Nacional de Venezuela se discute una ley en esa dirección, en las Naciones Unidas los representantes de varias naciones también se mueven en esa dirección con todo el arsenal científico hoy en día disponible.

La maquinaria mediática tarde que temprano perderá su poder de control de las grandes mayorías, y las engañosas variables de “desarrollo” y “progreso” con las cuales el capitalismo ha convencido en que no debemos mirar hacia el pasado, sino a las estrellas, que “Time is money” y olvidar que “Time is Live”, serán ubicadas en su justo lugar. Volveremos a ver que hicieron los antepasados, los pueblos originarios para sobrevivir hasta ahora, pese al sometimiento de diversos procesos de exterminio, y empezaremos a ver que siempre respetaron a la naturaleza, la consideraron un ser vivo, y entonces a partir de ese respeto, los sobrevivientes de esas horribles catástrofes que se nos avecinan, y que ellos, los suicidas, niegan rotundamente, deberán imponer las acciones para parar el Omnicidio global y garantizar la diversidad de las especias en esta, nuestra única nave espacial, como la solía llamar un presentador de noticias internacionales en la televisión venezolana.

Y se volverá entonces la mirada a los pueblos ancestrales, que han sabido en estos dos últimos siglos de destrucción planetaria, sobrevivir al cambio y llevan siglos, en algunos casos milenios, sobreviviendo con la madre naturaleza.

Lo que podemos hacer por ahora, es socializar la información, aprender a reconocernos y preparar a la generación venidera no solo a resistir el impacto de los que les sobrevendrá sino a cómo salir del mismo.

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Referencias


- Barsant, A. Ecosocialismo negroafricano e indoamericano. Cuadernos de Educación. N° 180. Editorial Laboratorio Educativo. Caracas, 2012.

- De las Casas, B. Brevísima relación de la Destrucción las Indias. [Libro en línea].

- Foster, J. La ecología de Marx. Ediciones de Intervención Cultural/El Viejo Topo; España 2000.

- Galeano, E. Las venas abiertas de América Latina. [Libro en línea].

- Honty, G. Una historia social del cambio climático. Disponible en https://rebelion.org/una-historia-social-del-cambio-climatico

- Mills, M., Toon, O., Turco, R., Kinnison, D., Garcia, R. (April 8, 2008). "Massive global ozone loss predicted following regional nuclear conflict". PNAS. 105 (14): 5307–5312. doi:10.1073/pnas.0710058105. PMC 2291128. PMID 18391218. "50 Hiroshima-size (15 kt) bombs could generate 1–5 Tg of black carbon aerosol particles in the upper troposphere, after an initial 20% removal in "black rains" induced by firestorms..." & "the 1 to 5 Tg soot source term derives from a thorough study of the smoke produced by firestorms..."

- Naciones Unidas: Fondo para el Desarrollo de las Poblaciones. Crecimiento de la población mundial hasta el año 2050. Disponible en https://www.unescoetxea.org/ext/futuros/es/theme_c/mod13/uncom13t01s02.htm

Thompson, E. & Grasa, R. Notas sobre el exterminismo, la última etapa de la civilización. Mientras Tanto, No. 11 (abril 1982), pp. 65-105. Disponible en https://www.jstor.org/stable/27819322





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