UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA MEDICINA DEL TRABAJO EN VENEZUELA
Eric Omaña
Actualizada el 29/02/2024
CONCLUSIONES
En primer lugar se reconoce que el intento de la resolución de la contradicción entre la salud y el trabajo pasa en la actualidad por ser una actividad multidisciplinaria, que engloba a los gremios de la salud, de la ingeniería, de la psicología, de la ergonomía y de relaciones del trabajo, entre otros.
En la mayoría de las universidades que ofrecen postgrados, ha prevalecido el término Salud Ocupacional, al punto que la FMV, a través de su Comisión de Doctrina homologó los términos Medicina del Trabajo y Salud Ocupacional, esto permitió a un grupo de profesionales del área iniciar un proceso de rescate de la desaparecida Sociedad Venezolana de Medicina del Trabajo, lo cual se logró en 2018, cuando la FMV autorizó la puesta en marcha de la Sociedad Venezolana de Medicina del Trabajo y Salud Ocupacional. Uno de sus objetivos es lograr que todo profesional que ejerza en medicina ocupacional cumpla con el Art. 14 de la Ley de Ejercicio de la Medicina, para vencer la especulación académica que se hace con los diplomados, algunos dictados en universidades que carecen de profesores en el área, no tienen ni siquiera cursos de pregrado y mucho menos de postgrado.
Una visualización de la disciplina indica la necesidad de que los cientos de profesionales de la medicina que han hecho postgrados en el área de la salud ocupacional vayan al doctorado, es de estimarse que en nuestro país se tienen los recursos, y lo que hace falta es que los profesores de esas universidades se pongan de acuerdo, para que, optimizando recursos en estos tiempos de crisis, puedan elevar la formación del médico del trabajo. El futuro de la especialidad está asegurado porque siempre habrá trabajadores y trabajadoras, y siempre será necesario velar por su salud y confort.
REFERENCIAS
1. García F. El ingenio y el hambre: De la revolución agrícola a la transgénica. (2009). Ed. Crítica. Barcelona.
2. Barros, C. Medicina egipcia: ¿La piedra angular de la Medicina actual? (2019) Egiptología 2.0 N° 16 pp 50-56. Disponible en https://es.scribd.com/document/468126188/Egiptologia-2-0-N%C2%BA16-Julio-2019-pdf
3. Thompson, E. (1977). La Formación Histórica de la Clase Obrera. Inglaterra: 1780-1832. Barcelona, Ed. Laia citado por Cartey, R. en Historia de la Tecnología. La reacción de los ludditas contra las máquinas en la Inglaterra de principios del siglo XIX. Disponible en http://www.revistaespacios.com/a91v12n01/91120160.html
4. Ramazzini, B. (1700). Disertación acerca de las enfermedades de los trabajadores. Libro en línea, disponible en: http://www.insp.mx/salud/index.html
5. Villaseñor S.; Rojas C.; Berganza C. (2002). La enfermedad y la medicina en las culturas precolombinas de América: la cosmovisión nahua. Investigación en Salud [en linea]. 2002, IV(3), 0. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14240304
6. De Las Casas, B. (1542). Brevísima relación la destrucción de las Indias. Libro en línea.
7. Galeano, E. (1993). Las venas abiertas de América Latina. Libro en línea.
8. Cañizales, E. (1988). La Medicina del Trabajo en la Venezuela Colonial. Ensayo Histórico. Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina.
9. Omaña, E. (2022). La pequeña historia de la LOPCYMAT. Disponible en https://naturaytrabajo.blogspot.com/2022/01/la-pequena-historia-de-la-lopcymat.html
10. Fernández de D´Pool, J. (2012). Reseña histórica del Instituto de Salud Ocupacional y Ambiental de la Universidad del Zulia. (ISOA-LUZ). I Congreso de ISOA-LUZ. Disponible en https://prezi.com/jc6y3gqmbzgf/resena-historica-del-instituto-de-salud-ocupacional-y-ambiental/
11. Comisión Presidencial de Riesgos Laborales (1977). Informe de la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales. Disponible en https://es.scribd.com/doc/32993321/Comision-Presidencial-de-Los-Riesgos-Laborales
12. Congreso Nacional. Ley Aprobatoria del Convenio N° 155 de la OIT sobre Seguridad y Salud en el Trabajo. Gaceta Oficial Nº 3.312 Extraordinario del 10-01-1984.
13. Congreso Nacional. Ley Aprobatoria del Convenio Nº 161 de la OIT sobre los Servicios de Salud en el Trabajo. Gaceta Oficial 5.747 del 23-12-2004
14. Adrianza, M. (1978). Neumoconiosis. Encuesta Nacional. Vol. 1. Comité Nacional de las Neumoconiosis. Publicaciones del Ministerio del Trabajo. Caracas.
El artículo que se presenta, con algunas modificaciones de forma, fue tomado de la Revista Digital de Postgrado de la Facultad de Medicina de la UCV, donde muy audazmente, antes que se me olvide, hice un aproximación al tema de la Seguridad y Salud en el Trabajo en nuestro país, destacando el mundo médico con el que he tenido contacto en el ejercicio de la Higiene Ocupacional. Espero ampliarlo, -porque estaré hablando de pioneros y pioneras- como he hecho con otros trabajos de este blog, en cuanto reciba datos, que pasé por alto, sin querer, y que son valiosos para que las nuevas gentes que tomen esta línea de servicio, docencia e investigación, tengan un mejor punto de partida.
RESUMEN
Se presenta una recopilación de hechos relacionados con la salud y seguridad en el trabajo, en forma de aproximación, sin intentar un análisis histórico, siguiendo un hilo transversal del rol de la medicina en lo que ha significado a través del tiempo la salud física y mental del trabajador. Se discute la contradicción entre la salud y el trabajo, intentando dar una explicación de cómo los diferentes sistemas económicos han intentado mediar en esta contradicción.
El artículo hace énfasis en las circunstancias, que en el caso venezolano, condujeron al desarrollo de hecho y de derecho de la atención de la salud de quien trabaja, primero de nuestros ancestros, los indigenas americanos, luego de las gentes esclavizadas por los Reinos de Inglaterra, España y Portugal, y con el pasar del tiempo, de los trabajadores de las minas en el siglo XIX y de los trabajadores petroleros en el siglo XX, siglo que a partir de 1950, con la graduación en Inglaterra del primer médico ocupacional venezolano, el Dr. Emigdio Cañizales Guédez, vio crecer exponencialmente el número de profesionales que se han sumado a este campo del ejercicio profesional, que incluye servicios en las empresas públicas y privadas, instituciones del Estado, gremios, y la academia en pre y postgrado.
Se trae a la memoria a personas de todo el país, que, desde su lugar de acción, dieron su aporte para que la Medicina del Trabajo o Medicina Ocupacional ocupe hoy un lugar estratégico en lo que significa la empresa nacional, sea pública o privada.
INTRODUCCIÓN
A través de la historia conocida, el trabajo ha sido una doble fuente de beneficios y daños, más conocidos los primeros que los segundos. Siempre ha existido una contradicción entre el trabajo y la salud, salvo en los pueblos ancestrales, que aún conservaban la visión de los primeros colectivos humanos, en los cuales el trabajo era ejercido por toda la comunidad para el beneficio de todos, en igualdad de condiciones, y donde la naturaleza era poco impactada por la actividad laboral.
La contradicción salud-trabajo se hizo presente cuando algunas personas ya no participaron más de las actividades de recolección, caza y pesca, y por algunas circunstancias asumieron la custodia y distribución de la producción, surgiría entonces seguramente el concepto de propiedad, todo esto relacionado con los asentamientos en valles cercanos a los ríos, el desarrollo de la agricultura y la primera revolución agrícola, que consistió en la introducción del arado, hace unos 3.500 años, que según García (1), luego de las artes de pesca y caza, debe considerarse como el primer instrumento de trabajo productivo.
Siendo el trabajo en sí, la transformación de la naturaleza en un bien o un servicio, sin duda, cuando la especie humana descubrió que la maleabilidad del cuarzo le permitía una herramienta de corte con la cual proveerse de alimentos y defenderse, comenzó ese proceso que tiene tantas connotaciones pero que a los efectos de este artículo se llamará trabajo humano, y con él, seguramente se presentaron los peligros que son inherentes a todo tipo de actividad laboral, en este caso, desde las que conducen a accidentes por golpes y cortaduras, así como la exposición al polvo de cuarzo, que es un polvo de la familia de los neumoconióticos.
Así, a lo largo de la historia, el ser humano ha estado expuesto a peligros físicos, químicos, biológicos, que fueron los más estudiados en la historia conocida, a los cuales se vinieron a sumar en la postmodernidad los peligros asociados a las condiciones disergonómicas y los factores psicosociales, que siempre existieron, pero que ha sido en los últimos 40 años cuando se les ha prestado atención.
El objetivo general de la presente revisión, es visibilizar la contradicción entre la salud y el trabajo en nuestras sociedades, y las formas como se ha intentado dar respuestas de atención a los daños físicos y mentales que se generan con la producción de bienes y servicios. Como objetivos específicos se tienen: reconocer la contradicción entre la salud y el trabajo en los diferentes sistemas económicos y políticos a través de la historia; y hacer una aproximación a las respuestas que la sociedad venezolana moderna ha dado a la contradicción entre la salud y el trabajo.
Para ello se hará una revisión metodológica de la literatura disponible, tanto sobre la contradicción entre la salud y el trabajo en la historia conocida, como sobre las formas en que, en Venezuela, se ha buscado dar respuesta a la citada contradicción., y es ahí donde entra la necesidad de revisar el rol de la medicina, que ya en los primeros números de este blog hicimos con la higiene ocupacional.
RESULTADOS.
La revisión se presentará en tres partes relacionada con el desarrollo del trabajo y sus efectos sobre la salud, primero en la historia universal, luego en el continente americano y finalmente en Venezuela.
1) La contradicción entre la salud y el trabajo.
La historia narra que los asentamientos humanos se fueron nucleando por diversas vías, hasta llegar a los antiguos imperios donde se identificaron las castas sociales, religiosas y militares, así como los esclavos, por esto el modo de producción se llamó esclavista, que presentó la mayor contradicción entre el trabajo y la salud, al punto que el “amo” tenía el poder de decidir sobre la vida del esclavo. Esa forma de trabajo existió en Estados modernos hasta el siglo XIX, como en Estados Unidos, que la suprimió en 1865 con la 13ª. enmienda a la Constitución, luego de finalizada su guerra civil.
Para atender esta contradicción, desde la época de los grandes imperios se practicaron acciones que apuntaron al cuido y recuperación de la salud del esclavo. Así, en la construcción de las pirámides de Egipto, indica Barros (2) se conoce del uso del ajo y el rábano para la recuperación de sus enfermedades. En el Imperio Romano, la historia reseña a Galeno como un cirujano de los gladiadores del circo, porque se ameritaba de la intervención sobre la víctima, para mantenerlos en el combate.
El esclavismo dio paso a un modo de producción que permitió al antiguo esclavo tener ciertos grados de libertad, el feudalismo, donde podía ser dueño de su vida, de las herramientas de trabajo y de una parte de lo que produjera. Surgieron en este período en Europa las cofradías de artesanos que entre otras actividades preparaban las condiciones para que cualquiera de sus integrantes contara con auxilios en caso de tener daños a su salud.
En el siguiente modo de producción, el capitalismo en su forma industrial, que escaló con el aprovechamiento de la energía del vapor del agua, la contradicción salud-trabajo, en las primeras décadas del siglo XIX fue de tal magnitud, que los productores, ahora llamados obreros, desataron una guerra de destrucción de máquinas, que amenazó con acabar con la vida de los dueños de las nacientes fábricas, lo que llevó a la intervención de tropas militares en Inglaterra, Escocia y Holanda, con saldo de pérdida de la vida de muchas personas, según relata Thompson (3). Aquellas gentes destruían las máquinas porque las mismas no tenían ningún nivel de seguridad, los químicos podían diluir las partes del cuerpo humano con las que entraban en contacto, y además cada nueva maquinaria les empujaba al desempleo.
Empezando el siglo XVIII, el médico italiano Bernardino Ramazzini (4) había decidido buscar en los sitios de trabajo la causa de los males de sus pacientes, y publicó sus hallazgos en el texto De Morbis Artificum Diatriba donde expuso que las condiciones y ambiente de trabajo, así como la categoría social, podían afectar la salud en un centenar de ocupaciones, y dejó asentada su famosa instrucción para los futuros médicos, de preguntarle al paciente ¿en qué trabaja?
En estos 200 años de capitalismo industrial ahora avasallado por el capital financiero, improductivo como tal, la contradicción entre la salud y el trabajo ha sido regulada por las luchas políticas y sindicales, y por la aparición de un nuevo modo de producción, el socialismo, que en el papel ofrece resolver la contradicción que se está tratando, basados en la experiencia de la Comuna de París de 1872, en la cual se prohibieron los trabajos peligrosos, entre ellos el trabajo nocturno, el trabajo infantil, estableciendo la división del día en tres partes, una parte para trabajar, otra para descansar y una tercera para la reproducción de la fuerza desgastada por el trabajo.
La regulación jurídica comenzó en 1830 con la Ley de Fábricas de Inglaterra, que creó entre otras figuras la inspección del trabajo, siendo médicos los primeros inspectores dada las condiciones insalubres en las cuales vivía la población, desde entonces la contradicción salud y trabajo ha sido canalizada por acuerdos internacionales surgidos después de la I Guerra Mundial, que permitieron la creación de la Organización del Trabajo (OIT) y de gremios de diversas profesiones, orientados a la prevención de los daños a la salud y la vida de quien trabaja, entre ellas, la Medicina del Trabajo o Medicina Ocupacional.
2) Acercamiento al tema en América
En el continente americano no se tiene información de cómo fue la relación salud y trabajo antes de la llegada de Cristóbal Colón, quien fue el primer europeo que se enfermó por el trabajo que realizaba, ya que debido de la excesiva exposición a la radiación ultravioleta solar desarrolló una querato-conjuntivitis hemorrágica, según el Dr. Cañizales, quien hizo este diagnóstico leyendo el “Diario de Abordo” del famoso navegante, y así lo exponía en sus clases en la Cátedra de Medicina del Trabajo en la Facultad de Medicina de la UCV.
Antes de la llegada de los conquistadores ingleses, portugueses y españoles a esta parte del mundo, sin duda el trabajo debió ser causa de daños a la salud de los pueblos ancestrales, pero toda información ha sido borrada, solo se puede intuir a partir de su modo de producción llamada asiático, predominante en los grandes imperios inca y azteca, en el cual un ente central, muy fuerte tenía el control de inmensos territorios, quizás algo parecido al modo de producción feudal, donde los pobladores tributaban a ese poder central, pero desde ese poder central, había no solamente la conculcación de la producción, y hasta de sus vidas, como el caso azteca en las ceremonias dedicadas a los Dioses del Sol y la Luna, sino que desde allí emanaba una atención a las gentes, que posiblemente amortiguaba los efectos de las situaciones peligrosas, como en el caso de los incas que ordenaban la apertura de los graneros luego de que en una región se sucediese alguna calamidad.
Es de estimar que en esas sociedades precolombinas, la explotación del trabajo de los productores del campo y de las minas no debió haber sido tan intensa como se le ha conocido en el mundo occidental, del cual se tiene más información, sin embargo, producto que la cosmovisión de los pueblos ancestrales americanos, hacía que no se pudieran los separar los “acontecimiento natural, climatológico, social, guerrero, enfermedad, agrícola, etc., de la percepción religiosa desde la cual se comprendía la vida…”, como comentan Villaseñor, Rojas y Berganza (5), se entiende así que el tema de la recuperación de la salud era un factor de importancia en aquellos imperios.
La colonización del continente americano por parte del europeo fue tan atroz que el fraile Bartolomé De Las Casas (6) denunció con todo rigor académico para la época, en su obra “Brevísima relación de la destrucción de Las Indias” el proceso de extinción a que estaban sometidos los pueblos indígenas, que varios siglos después. Gracias a autores como Galeano (7), se ha estimado en casi el 10% de toda la población del planeta, unas 60 millones de almas el genocidio cometido contra los pueblos indígenas.
De Las Casas logró que se promulgaran normativas para proteger a los pueblos ancestrales, como la obligación del Encomendador de dar atención a la salud y la vida de aquellos que hubiesen sido víctimas del trabajo realizado, sobre todo en la minería, prohibición de esquilmar lana en invierno, cargar más de 2 arrobas (24 kilos) y el traslado de aborígenes desde la zona cálida al altiplano sin climatización previa. Esas normativas luego fueron recogidas en las Leyes de Indias.
El cambio de un sistema netamente esclavista con que se inició la colonia al sistema de encomiendas significó un alto en ese camino que describió De las Casas, pero llevó a los reinos de Inglaterra, España y Portugal a comprar en África a los reyes locales gentes negras para esclavizarles y en ocasiones a cazarles en el continente africano, para el trabajo que antes realizaban las víctimas de genocidio europeo. El traslado de la negritud africana como si fueran animales a las tierras americanas, y el trato que posteriormente sufrieron, debe haber aumentado en varios millones más la cantidad de personas fallecidas por el hecho y la condición de producir bienes para Europa.
3) La Medicina del Trabajo en Venezuela
El Dr. Cañizales Guédez en sus clases de Medicina del Trabajo, introdujo una clave para ubicar a lo que debe ser sin duda la primera persona que ejerció la Medicina del Trabajo en Venezuela, se trató de María de la Mota, una mulata pagada por el Rey, a quien Cañizales (8) en su artículo “La Medicina del Trabajo en la Venezuela Colonial. Ensayo Histórico”, la ubica en las Minas de Aroa, propiedad de la familia del Libertador Simón Bolívar.
RESUMEN
Se presenta una recopilación de hechos relacionados con la salud y seguridad en el trabajo, en forma de aproximación, sin intentar un análisis histórico, siguiendo un hilo transversal del rol de la medicina en lo que ha significado a través del tiempo la salud física y mental del trabajador. Se discute la contradicción entre la salud y el trabajo, intentando dar una explicación de cómo los diferentes sistemas económicos han intentado mediar en esta contradicción.
El artículo hace énfasis en las circunstancias, que en el caso venezolano, condujeron al desarrollo de hecho y de derecho de la atención de la salud de quien trabaja, primero de nuestros ancestros, los indigenas americanos, luego de las gentes esclavizadas por los Reinos de Inglaterra, España y Portugal, y con el pasar del tiempo, de los trabajadores de las minas en el siglo XIX y de los trabajadores petroleros en el siglo XX, siglo que a partir de 1950, con la graduación en Inglaterra del primer médico ocupacional venezolano, el Dr. Emigdio Cañizales Guédez, vio crecer exponencialmente el número de profesionales que se han sumado a este campo del ejercicio profesional, que incluye servicios en las empresas públicas y privadas, instituciones del Estado, gremios, y la academia en pre y postgrado.
Se trae a la memoria a personas de todo el país, que, desde su lugar de acción, dieron su aporte para que la Medicina del Trabajo o Medicina Ocupacional ocupe hoy un lugar estratégico en lo que significa la empresa nacional, sea pública o privada.
INTRODUCCIÓN
A través de la historia conocida, el trabajo ha sido una doble fuente de beneficios y daños, más conocidos los primeros que los segundos. Siempre ha existido una contradicción entre el trabajo y la salud, salvo en los pueblos ancestrales, que aún conservaban la visión de los primeros colectivos humanos, en los cuales el trabajo era ejercido por toda la comunidad para el beneficio de todos, en igualdad de condiciones, y donde la naturaleza era poco impactada por la actividad laboral.
La contradicción salud-trabajo se hizo presente cuando algunas personas ya no participaron más de las actividades de recolección, caza y pesca, y por algunas circunstancias asumieron la custodia y distribución de la producción, surgiría entonces seguramente el concepto de propiedad, todo esto relacionado con los asentamientos en valles cercanos a los ríos, el desarrollo de la agricultura y la primera revolución agrícola, que consistió en la introducción del arado, hace unos 3.500 años, que según García (1), luego de las artes de pesca y caza, debe considerarse como el primer instrumento de trabajo productivo.
Siendo el trabajo en sí, la transformación de la naturaleza en un bien o un servicio, sin duda, cuando la especie humana descubrió que la maleabilidad del cuarzo le permitía una herramienta de corte con la cual proveerse de alimentos y defenderse, comenzó ese proceso que tiene tantas connotaciones pero que a los efectos de este artículo se llamará trabajo humano, y con él, seguramente se presentaron los peligros que son inherentes a todo tipo de actividad laboral, en este caso, desde las que conducen a accidentes por golpes y cortaduras, así como la exposición al polvo de cuarzo, que es un polvo de la familia de los neumoconióticos.
Así, a lo largo de la historia, el ser humano ha estado expuesto a peligros físicos, químicos, biológicos, que fueron los más estudiados en la historia conocida, a los cuales se vinieron a sumar en la postmodernidad los peligros asociados a las condiciones disergonómicas y los factores psicosociales, que siempre existieron, pero que ha sido en los últimos 40 años cuando se les ha prestado atención.
El objetivo general de la presente revisión, es visibilizar la contradicción entre la salud y el trabajo en nuestras sociedades, y las formas como se ha intentado dar respuestas de atención a los daños físicos y mentales que se generan con la producción de bienes y servicios. Como objetivos específicos se tienen: reconocer la contradicción entre la salud y el trabajo en los diferentes sistemas económicos y políticos a través de la historia; y hacer una aproximación a las respuestas que la sociedad venezolana moderna ha dado a la contradicción entre la salud y el trabajo.
Para ello se hará una revisión metodológica de la literatura disponible, tanto sobre la contradicción entre la salud y el trabajo en la historia conocida, como sobre las formas en que, en Venezuela, se ha buscado dar respuesta a la citada contradicción., y es ahí donde entra la necesidad de revisar el rol de la medicina, que ya en los primeros números de este blog hicimos con la higiene ocupacional.
RESULTADOS.
La revisión se presentará en tres partes relacionada con el desarrollo del trabajo y sus efectos sobre la salud, primero en la historia universal, luego en el continente americano y finalmente en Venezuela.
1) La contradicción entre la salud y el trabajo.
La historia narra que los asentamientos humanos se fueron nucleando por diversas vías, hasta llegar a los antiguos imperios donde se identificaron las castas sociales, religiosas y militares, así como los esclavos, por esto el modo de producción se llamó esclavista, que presentó la mayor contradicción entre el trabajo y la salud, al punto que el “amo” tenía el poder de decidir sobre la vida del esclavo. Esa forma de trabajo existió en Estados modernos hasta el siglo XIX, como en Estados Unidos, que la suprimió en 1865 con la 13ª. enmienda a la Constitución, luego de finalizada su guerra civil.
Para atender esta contradicción, desde la época de los grandes imperios se practicaron acciones que apuntaron al cuido y recuperación de la salud del esclavo. Así, en la construcción de las pirámides de Egipto, indica Barros (2) se conoce del uso del ajo y el rábano para la recuperación de sus enfermedades. En el Imperio Romano, la historia reseña a Galeno como un cirujano de los gladiadores del circo, porque se ameritaba de la intervención sobre la víctima, para mantenerlos en el combate.
El esclavismo dio paso a un modo de producción que permitió al antiguo esclavo tener ciertos grados de libertad, el feudalismo, donde podía ser dueño de su vida, de las herramientas de trabajo y de una parte de lo que produjera. Surgieron en este período en Europa las cofradías de artesanos que entre otras actividades preparaban las condiciones para que cualquiera de sus integrantes contara con auxilios en caso de tener daños a su salud.
En el siguiente modo de producción, el capitalismo en su forma industrial, que escaló con el aprovechamiento de la energía del vapor del agua, la contradicción salud-trabajo, en las primeras décadas del siglo XIX fue de tal magnitud, que los productores, ahora llamados obreros, desataron una guerra de destrucción de máquinas, que amenazó con acabar con la vida de los dueños de las nacientes fábricas, lo que llevó a la intervención de tropas militares en Inglaterra, Escocia y Holanda, con saldo de pérdida de la vida de muchas personas, según relata Thompson (3). Aquellas gentes destruían las máquinas porque las mismas no tenían ningún nivel de seguridad, los químicos podían diluir las partes del cuerpo humano con las que entraban en contacto, y además cada nueva maquinaria les empujaba al desempleo.
Empezando el siglo XVIII, el médico italiano Bernardino Ramazzini (4) había decidido buscar en los sitios de trabajo la causa de los males de sus pacientes, y publicó sus hallazgos en el texto De Morbis Artificum Diatriba donde expuso que las condiciones y ambiente de trabajo, así como la categoría social, podían afectar la salud en un centenar de ocupaciones, y dejó asentada su famosa instrucción para los futuros médicos, de preguntarle al paciente ¿en qué trabaja?
En estos 200 años de capitalismo industrial ahora avasallado por el capital financiero, improductivo como tal, la contradicción entre la salud y el trabajo ha sido regulada por las luchas políticas y sindicales, y por la aparición de un nuevo modo de producción, el socialismo, que en el papel ofrece resolver la contradicción que se está tratando, basados en la experiencia de la Comuna de París de 1872, en la cual se prohibieron los trabajos peligrosos, entre ellos el trabajo nocturno, el trabajo infantil, estableciendo la división del día en tres partes, una parte para trabajar, otra para descansar y una tercera para la reproducción de la fuerza desgastada por el trabajo.
La regulación jurídica comenzó en 1830 con la Ley de Fábricas de Inglaterra, que creó entre otras figuras la inspección del trabajo, siendo médicos los primeros inspectores dada las condiciones insalubres en las cuales vivía la población, desde entonces la contradicción salud y trabajo ha sido canalizada por acuerdos internacionales surgidos después de la I Guerra Mundial, que permitieron la creación de la Organización del Trabajo (OIT) y de gremios de diversas profesiones, orientados a la prevención de los daños a la salud y la vida de quien trabaja, entre ellas, la Medicina del Trabajo o Medicina Ocupacional.
2) Acercamiento al tema en América
En el continente americano no se tiene información de cómo fue la relación salud y trabajo antes de la llegada de Cristóbal Colón, quien fue el primer europeo que se enfermó por el trabajo que realizaba, ya que debido de la excesiva exposición a la radiación ultravioleta solar desarrolló una querato-conjuntivitis hemorrágica, según el Dr. Cañizales, quien hizo este diagnóstico leyendo el “Diario de Abordo” del famoso navegante, y así lo exponía en sus clases en la Cátedra de Medicina del Trabajo en la Facultad de Medicina de la UCV.
Antes de la llegada de los conquistadores ingleses, portugueses y españoles a esta parte del mundo, sin duda el trabajo debió ser causa de daños a la salud de los pueblos ancestrales, pero toda información ha sido borrada, solo se puede intuir a partir de su modo de producción llamada asiático, predominante en los grandes imperios inca y azteca, en el cual un ente central, muy fuerte tenía el control de inmensos territorios, quizás algo parecido al modo de producción feudal, donde los pobladores tributaban a ese poder central, pero desde ese poder central, había no solamente la conculcación de la producción, y hasta de sus vidas, como el caso azteca en las ceremonias dedicadas a los Dioses del Sol y la Luna, sino que desde allí emanaba una atención a las gentes, que posiblemente amortiguaba los efectos de las situaciones peligrosas, como en el caso de los incas que ordenaban la apertura de los graneros luego de que en una región se sucediese alguna calamidad.
Es de estimar que en esas sociedades precolombinas, la explotación del trabajo de los productores del campo y de las minas no debió haber sido tan intensa como se le ha conocido en el mundo occidental, del cual se tiene más información, sin embargo, producto que la cosmovisión de los pueblos ancestrales americanos, hacía que no se pudieran los separar los “acontecimiento natural, climatológico, social, guerrero, enfermedad, agrícola, etc., de la percepción religiosa desde la cual se comprendía la vida…”, como comentan Villaseñor, Rojas y Berganza (5), se entiende así que el tema de la recuperación de la salud era un factor de importancia en aquellos imperios.
La colonización del continente americano por parte del europeo fue tan atroz que el fraile Bartolomé De Las Casas (6) denunció con todo rigor académico para la época, en su obra “Brevísima relación de la destrucción de Las Indias” el proceso de extinción a que estaban sometidos los pueblos indígenas, que varios siglos después. Gracias a autores como Galeano (7), se ha estimado en casi el 10% de toda la población del planeta, unas 60 millones de almas el genocidio cometido contra los pueblos indígenas.
De Las Casas logró que se promulgaran normativas para proteger a los pueblos ancestrales, como la obligación del Encomendador de dar atención a la salud y la vida de aquellos que hubiesen sido víctimas del trabajo realizado, sobre todo en la minería, prohibición de esquilmar lana en invierno, cargar más de 2 arrobas (24 kilos) y el traslado de aborígenes desde la zona cálida al altiplano sin climatización previa. Esas normativas luego fueron recogidas en las Leyes de Indias.
El cambio de un sistema netamente esclavista con que se inició la colonia al sistema de encomiendas significó un alto en ese camino que describió De las Casas, pero llevó a los reinos de Inglaterra, España y Portugal a comprar en África a los reyes locales gentes negras para esclavizarles y en ocasiones a cazarles en el continente africano, para el trabajo que antes realizaban las víctimas de genocidio europeo. El traslado de la negritud africana como si fueran animales a las tierras americanas, y el trato que posteriormente sufrieron, debe haber aumentado en varios millones más la cantidad de personas fallecidas por el hecho y la condición de producir bienes para Europa.
3) La Medicina del Trabajo en Venezuela
El Dr. Cañizales Guédez en sus clases de Medicina del Trabajo, introdujo una clave para ubicar a lo que debe ser sin duda la primera persona que ejerció la Medicina del Trabajo en Venezuela, se trató de María de la Mota, una mulata pagada por el Rey, a quien Cañizales (8) en su artículo “La Medicina del Trabajo en la Venezuela Colonial. Ensayo Histórico”, la ubica en las Minas de Aroa, propiedad de la familia del Libertador Simón Bolívar.
Vale la pena mencionar que la esposa Bolívar, María Teresa del Toro, falleció de fiebre amarilla porque se involucró en la protección contra esta enfermedades presente en las barracas de los esclavos y peones en las grandes haciendas y plantaciones de la familia del Libertador.
El primer texto jurídico que demandó la atención médica para quien trabaja data de 1855, el Código de Minas, que la contempló como obligación. No se tienen datos, en la literatura disponible, si alguien a finales del siglo XIX y principios del siglo XX haya asumido esa tarea. Igual sucede con la Ley de Hidrocarburos de 1920, mediante la cual el Estado obligaba a las compañías petroleras a crear en su estructura el Departamento de Medicina y disponer de hospitales en sitios alejados de los centros urbanos. No se tienen registros de quienes hayan sido los profesionales de la salud en esas actividades del mundo petrolero.
La información disponible apunta que el despegue de la Medicina del Trabajo, se inicia en 1950, cuando el médico Emigdio Cañizales Guédez, fue enviado por la compañía Shell a formarse en Londres, resultando así en ser el primer médico ocupacional de Venezuela. Desde entonces, éste se dedicó a llevar la medicina del trabajo a las universidades, promover y participar en gremios que se movieran en esa dirección y sobre todo, en generar la política del Estado venezolano en materia de seguridad y salud en el trabajo, que se plasmó con el paso del tiempo en la actual Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT), que el mismo Cañizales redactó con la orientación del consultor jurídico de la Federación Médica Venezolana, el Dr. Enrique Agüero Gorrín, según relata Omaña (9).
Emigdio Cañizales siendo funcionario de la desaparecida Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental del Ministerio de Salud, pudo comprobar en la práctica el impacto que sobre la salud y seguridad de los trabajadores, tenía el hecho que varios organismos de gobierno con diferentes leyes como marco jurídico, intentaran hacer lo mismo.
Junto a Cañizales, en Salud Ocupacional, trabajó el Dr. José Rafael Felice, quien se había postgraduado en 1960 en la Universidad de Harvard en Toxicología, y, a su llegada a Venezuela, introdujo por vez primera la Medicina del Trabajo en la universidad venezolana, concretamente en la Universidad de Carabobo, al fundar allí la Cátedra de Medicina Preventiva y Social.
Ambos profesionales, los Drs. Cañizales y Felice, laboraron en el Ministerio de Salud, allí produjeron el Reglamento General de Pesticidas de 1968, con prohibición de las fumigaciones aéreas con estos productos; ambos crearon en 1972 la Cátedra de Medicina del Trabajo en la Universidad Central de Venezuela, primera en su tipo en el país.
El primer texto jurídico que demandó la atención médica para quien trabaja data de 1855, el Código de Minas, que la contempló como obligación. No se tienen datos, en la literatura disponible, si alguien a finales del siglo XIX y principios del siglo XX haya asumido esa tarea. Igual sucede con la Ley de Hidrocarburos de 1920, mediante la cual el Estado obligaba a las compañías petroleras a crear en su estructura el Departamento de Medicina y disponer de hospitales en sitios alejados de los centros urbanos. No se tienen registros de quienes hayan sido los profesionales de la salud en esas actividades del mundo petrolero.
La información disponible apunta que el despegue de la Medicina del Trabajo, se inicia en 1950, cuando el médico Emigdio Cañizales Guédez, fue enviado por la compañía Shell a formarse en Londres, resultando así en ser el primer médico ocupacional de Venezuela. Desde entonces, éste se dedicó a llevar la medicina del trabajo a las universidades, promover y participar en gremios que se movieran en esa dirección y sobre todo, en generar la política del Estado venezolano en materia de seguridad y salud en el trabajo, que se plasmó con el paso del tiempo en la actual Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT), que el mismo Cañizales redactó con la orientación del consultor jurídico de la Federación Médica Venezolana, el Dr. Enrique Agüero Gorrín, según relata Omaña (9).
Emigdio Cañizales siendo funcionario de la desaparecida Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental del Ministerio de Salud, pudo comprobar en la práctica el impacto que sobre la salud y seguridad de los trabajadores, tenía el hecho que varios organismos de gobierno con diferentes leyes como marco jurídico, intentaran hacer lo mismo.
Junto a Cañizales, en Salud Ocupacional, trabajó el Dr. José Rafael Felice, quien se había postgraduado en 1960 en la Universidad de Harvard en Toxicología, y, a su llegada a Venezuela, introdujo por vez primera la Medicina del Trabajo en la universidad venezolana, concretamente en la Universidad de Carabobo, al fundar allí la Cátedra de Medicina Preventiva y Social.
Ambos profesionales, los Drs. Cañizales y Felice, laboraron en el Ministerio de Salud, allí produjeron el Reglamento General de Pesticidas de 1968, con prohibición de las fumigaciones aéreas con estos productos; ambos crearon en 1972 la Cátedra de Medicina del Trabajo en la Universidad Central de Venezuela, primera en su tipo en el país.
El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) fue la primera institución del Estado que asumió la Medicina del Trabajo como servicio para la clase trabajadora, siendo el Dr. Jesús Yerena una ficha importante en su desarrollo. En 1949, el Dr. Yerena siguió en Argentina el Curso de Capacitación de Salud Industrial para Médicos y participó en el I Congreso Latinoamericano de Medicina del Trabajo. Dirigió el primer curso de Postgrado en Medicina. del Trabajo en 1956. Público sucesivos artículos científicos sobre enfermedades y riesgos ocupacionales en el país entre ellos uno sobre la Patologías de los Obreros Petroleros. A finales de los 70´s debe recordarse al Dr. Miguel Mónaco, quien llevó desde el IVSS de Carabobo el caso de los contaminados con mercurio en la antigua planta de cloro-soda en el Complejo Petroquímico de Morón.
En el occidente de Venezuela, empezando los años 60 del pasado siglo, la Shell Petroleoum Company cedió a la Universidad del Zulia (LUZ) una pequeña edificación, donde se instaló el recién creado Instituto de Medicina del Trabajo e Higiene Industrial, el cual contó además con el apoyo del Instituto Max Planck de Alemania, siendo su primer director, el Dr. Roberto Soto y sub-director, el Dr. Joachim Meyer-Delius. Indica Fernández (10) que la institución empezó realizando actividades de medicina e higiene ocupacional en las instalaciones de la Shell en el estado Zulia.
Correspondió al Dr. Joachim Meyer-Delius, introducir en 1961 la documentación para la creación de la asignatura Medicina e Higiene Industrial en el pregrado, la cual se fundó en 1976 encabezada por el Dr. José Quevedo Puchi, como Jefe de Cátedra y un grupo de colegas que hicieron su vida profesional en el ejercicio de la Medicina Ocupacional. Producto del desarrollo de la actividad académica en la Universidad del Zulia y de la aprobación de la citada ley, en 1989, en LUZ empezaron a ofrecer el primer postgrado en la materia en Venezuela, con la denominación “Maestría en Salud Ocupacional y Ambiental”.
En el año 1986 ocurre el hito más importante en lo que a salud y seguridad de los trabajadores en Venezuela se refiere, la promulgación de la LOPCYMAT. Influyó mucho en esa promulgación, el accidente catastrófico de la Central Termoeléctrica Machado Zuloaga en La Guaira, en 1982, el cual marcó el inicio de la producción de normas técnicas en las materias preventivas de los daños del trabajo en la Comisión Venezolana de Normas Industriales (COVENIN).
Cañizales y Felice había llevado en 1974 a la Asamblea de la Sociedad Venezolana de Pública (SVSP) una ponencia que planteaba que debía cesar la multiplicidad de instituciones encargadas de las alteraciones de la salud física y mental como consecuencia del trabajo, mencionado: al Ministerio del Trabajo, el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), el Ministerio de Salud, el Ministerio de Fomento y el Ministerio de Minas. Esa Asamblea acordó y emitió la Declaración de Tucupita, por ser el sitio donde se celebró, que contempló la recomendación al Ejecutivo Nacional de acabar con el paralelismo de tantas instancias en funciones similares y compitiendo entre ellas, lo cual daba paso a la corrupción, el chantaje y otras acciones ilícitas, con este principio se estaba bosquejando, lo que luego sería el Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales (INPSASEL) un par de décadas después.
Ambos profesionales ingresaron como delegados a la Federación Médica de Venezuela (FMV) y lograron que se desarrollara, la Salud Ocupacional del personal de salud como tema central de uno de sus congresos. El resultado de ese congreso de la FVM llevó a que la máxima instancia gremial solicitara al Ejecutivo Nacional la creación de una comisión especial, con carácter presidencial, para hacer un estudio del estado de la salud y seguridad en el trabajo en Venezuela.
Así, el Presidente Carlos Andrés Pérez decretó la conformación de la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales, nombrando a Emigdio Cañizales Coordinador de un equipo de alto nivel con participación de la mayor central obrera de entonces en el país, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) representada por Beltrán Vallejo, FEDECÁMARAS, en la vocería del médico ocupacional de una transnacional del asbesto, la Cátedra de Medicina del Trabajo de la UCV, representada por el Dr. José Rafael Felice y las instancias gubernamentales: IVSS y los Ministerios de Salud, Trabajo y Minas. Eric Omaña, Higienista Ocupacional del Ministerio de Salud y Francisco Fuenmayor, del IVSS, conformaron una sub-comisión que dio el apoyo técnico a este equipo humano de alto nivel.
El resultado del trabajo de ese equipo fue el Informe de la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales (11), que incluía un proyecto de ley que luego se convirtió en la LOPCYMAT que conocemos en la actualidad. El Informe concluía que se debía declarar “en emergencia la salud y seguridad de los trabajadores del país”.
El proyecto de ley habría de pasar varios años en alguna gaveta del Congreso hasta que la contaminación por sílice de un grupo de obreros de la transnacional Nalco, ubicada en el estado Anzoátegui, activó a un grupo de parlamentarios, encabezados por el propio Dr. Cañizales, quienes lograron que en 1984 se aprobara el Convenio N° 155 de la OIT sobre "Seguridad y salud en el trabajo", que establece que todo Estado debe contar con una política en esa dirección, como lo establecía la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales (11), y en 1986, el Congreso de la República (12) aprobara y promulgara la LOPCYMAT.
La aprobación del Convenio 155 de la OIT, llevó al Congreso Nacional (12) a ratificar el Convenio N° 161 sobre los Servicios de Salud en el Trabajo y la Recomendación Nº 171 sobre los Servicios de Salud en el Trabajo, ambos instrumentos jurídicos apoyaron la actividad que para entonces venía desarrollando el IVSS al crear servicios médicos en las empresas.
Otro gran aportante al servicio por la salud de los trabajadores venezolanos que no se puede dejar de mencionar es el Dr. Manuel Adrianza, quien desde el Ministerio de Salud dirigió una importante investigación sobre las neumoconiosis y otras enfermedades de origen ocupacional y ambiental en el país. Alrededor del Dr. Adrianza (13) participaron un importante número de neumonólogos, con quienes además impulsó la extraordinaria lucha antitabáquica, por la cual se le reconoce más en el mundo sanitario.
Un hito importante en la trayectoria de Cañizales y Felice, orientada a la preservación de la salud y la vida de quien trabaja, fue la creación de la Sociedad de Medicina del Trabajo conjuntamente con los Drs. Ariel Pocaterra, Amilkar Torrealba y Wilman J. Martínez del sector petrolero, Jesús Yerena, Carlos Riobueno, Artígas Alzaibar, Alberto Marcano Rosas, Ramón Mayora y Thelma Dos Santos del IVSS, y Doris Aldana, del Ministerio de Salud.
Las últimas actuaciones de dúo histórico que conformaron el Dr. Emigdio Cañizales y el Dr. José Felice, fue dar su apoyo para que desde la Facultad de Medicina de la UCV, se ofertaran tres postgrados en el área, uno de Medicina Ocupacional, que ha sido el único en su tipo en todo el país, solo para personal médico obviamente, que dirigieran los profesores. Miguel Arteta y Nilia Rodríguez, otro de Salud Ocupacional, dirigido por las profesoras Luisa Sánchez y Gisela Blanco, abierto a todas las profesiones que se entienden dentro de un proceso inter y transdiciplinario, muy similar a otros creados en esa dirección por otras universidades y un postgrado en Higiene Ocupacional, dirigido por los Ings. Natacha Mujica y Eric Omaña, para las profesiones técnicas responsables de cuantificar los peligros, hacer análisis de riesgo y diseñar los sistemas y equipos de protección colectiva y selección de los equipos de protección personal.
Con la premisa de impulsar la formación del personal profesional que demandaba la LOPCYMAT, también se impulsaron postgrados en Maracay, Valencia, Barquisimeto y Ciudad Guayana.
En el occidente de Venezuela, empezando los años 60 del pasado siglo, la Shell Petroleoum Company cedió a la Universidad del Zulia (LUZ) una pequeña edificación, donde se instaló el recién creado Instituto de Medicina del Trabajo e Higiene Industrial, el cual contó además con el apoyo del Instituto Max Planck de Alemania, siendo su primer director, el Dr. Roberto Soto y sub-director, el Dr. Joachim Meyer-Delius. Indica Fernández (10) que la institución empezó realizando actividades de medicina e higiene ocupacional en las instalaciones de la Shell en el estado Zulia.
Correspondió al Dr. Joachim Meyer-Delius, introducir en 1961 la documentación para la creación de la asignatura Medicina e Higiene Industrial en el pregrado, la cual se fundó en 1976 encabezada por el Dr. José Quevedo Puchi, como Jefe de Cátedra y un grupo de colegas que hicieron su vida profesional en el ejercicio de la Medicina Ocupacional. Producto del desarrollo de la actividad académica en la Universidad del Zulia y de la aprobación de la citada ley, en 1989, en LUZ empezaron a ofrecer el primer postgrado en la materia en Venezuela, con la denominación “Maestría en Salud Ocupacional y Ambiental”.
En el año 1986 ocurre el hito más importante en lo que a salud y seguridad de los trabajadores en Venezuela se refiere, la promulgación de la LOPCYMAT. Influyó mucho en esa promulgación, el accidente catastrófico de la Central Termoeléctrica Machado Zuloaga en La Guaira, en 1982, el cual marcó el inicio de la producción de normas técnicas en las materias preventivas de los daños del trabajo en la Comisión Venezolana de Normas Industriales (COVENIN).
Cañizales y Felice había llevado en 1974 a la Asamblea de la Sociedad Venezolana de Pública (SVSP) una ponencia que planteaba que debía cesar la multiplicidad de instituciones encargadas de las alteraciones de la salud física y mental como consecuencia del trabajo, mencionado: al Ministerio del Trabajo, el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), el Ministerio de Salud, el Ministerio de Fomento y el Ministerio de Minas. Esa Asamblea acordó y emitió la Declaración de Tucupita, por ser el sitio donde se celebró, que contempló la recomendación al Ejecutivo Nacional de acabar con el paralelismo de tantas instancias en funciones similares y compitiendo entre ellas, lo cual daba paso a la corrupción, el chantaje y otras acciones ilícitas, con este principio se estaba bosquejando, lo que luego sería el Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales (INPSASEL) un par de décadas después.
Ambos profesionales ingresaron como delegados a la Federación Médica de Venezuela (FMV) y lograron que se desarrollara, la Salud Ocupacional del personal de salud como tema central de uno de sus congresos. El resultado de ese congreso de la FVM llevó a que la máxima instancia gremial solicitara al Ejecutivo Nacional la creación de una comisión especial, con carácter presidencial, para hacer un estudio del estado de la salud y seguridad en el trabajo en Venezuela.
Así, el Presidente Carlos Andrés Pérez decretó la conformación de la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales, nombrando a Emigdio Cañizales Coordinador de un equipo de alto nivel con participación de la mayor central obrera de entonces en el país, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) representada por Beltrán Vallejo, FEDECÁMARAS, en la vocería del médico ocupacional de una transnacional del asbesto, la Cátedra de Medicina del Trabajo de la UCV, representada por el Dr. José Rafael Felice y las instancias gubernamentales: IVSS y los Ministerios de Salud, Trabajo y Minas. Eric Omaña, Higienista Ocupacional del Ministerio de Salud y Francisco Fuenmayor, del IVSS, conformaron una sub-comisión que dio el apoyo técnico a este equipo humano de alto nivel.
El resultado del trabajo de ese equipo fue el Informe de la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales (11), que incluía un proyecto de ley que luego se convirtió en la LOPCYMAT que conocemos en la actualidad. El Informe concluía que se debía declarar “en emergencia la salud y seguridad de los trabajadores del país”.
El proyecto de ley habría de pasar varios años en alguna gaveta del Congreso hasta que la contaminación por sílice de un grupo de obreros de la transnacional Nalco, ubicada en el estado Anzoátegui, activó a un grupo de parlamentarios, encabezados por el propio Dr. Cañizales, quienes lograron que en 1984 se aprobara el Convenio N° 155 de la OIT sobre "Seguridad y salud en el trabajo", que establece que todo Estado debe contar con una política en esa dirección, como lo establecía la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales (11), y en 1986, el Congreso de la República (12) aprobara y promulgara la LOPCYMAT.
La aprobación del Convenio 155 de la OIT, llevó al Congreso Nacional (12) a ratificar el Convenio N° 161 sobre los Servicios de Salud en el Trabajo y la Recomendación Nº 171 sobre los Servicios de Salud en el Trabajo, ambos instrumentos jurídicos apoyaron la actividad que para entonces venía desarrollando el IVSS al crear servicios médicos en las empresas.
Otro gran aportante al servicio por la salud de los trabajadores venezolanos que no se puede dejar de mencionar es el Dr. Manuel Adrianza, quien desde el Ministerio de Salud dirigió una importante investigación sobre las neumoconiosis y otras enfermedades de origen ocupacional y ambiental en el país. Alrededor del Dr. Adrianza (13) participaron un importante número de neumonólogos, con quienes además impulsó la extraordinaria lucha antitabáquica, por la cual se le reconoce más en el mundo sanitario.
Un hito importante en la trayectoria de Cañizales y Felice, orientada a la preservación de la salud y la vida de quien trabaja, fue la creación de la Sociedad de Medicina del Trabajo conjuntamente con los Drs. Ariel Pocaterra, Amilkar Torrealba y Wilman J. Martínez del sector petrolero, Jesús Yerena, Carlos Riobueno, Artígas Alzaibar, Alberto Marcano Rosas, Ramón Mayora y Thelma Dos Santos del IVSS, y Doris Aldana, del Ministerio de Salud.
Las últimas actuaciones de dúo histórico que conformaron el Dr. Emigdio Cañizales y el Dr. José Felice, fue dar su apoyo para que desde la Facultad de Medicina de la UCV, se ofertaran tres postgrados en el área, uno de Medicina Ocupacional, que ha sido el único en su tipo en todo el país, solo para personal médico obviamente, que dirigieran los profesores. Miguel Arteta y Nilia Rodríguez, otro de Salud Ocupacional, dirigido por las profesoras Luisa Sánchez y Gisela Blanco, abierto a todas las profesiones que se entienden dentro de un proceso inter y transdiciplinario, muy similar a otros creados en esa dirección por otras universidades y un postgrado en Higiene Ocupacional, dirigido por los Ings. Natacha Mujica y Eric Omaña, para las profesiones técnicas responsables de cuantificar los peligros, hacer análisis de riesgo y diseñar los sistemas y equipos de protección colectiva y selección de los equipos de protección personal.
Con la premisa de impulsar la formación del personal profesional que demandaba la LOPCYMAT, también se impulsaron postgrados en Maracay, Valencia, Barquisimeto y Ciudad Guayana.
En Maracay, en el marco de un convenio de la antigua Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental con la Universidad de Carabobo (UC) se creó el postgrado de “Salud Ocupacional e Higiene del Ambiente Laboral”, dirigido por el Dr. Óscar Feo. Con la creación del Instituto de Altos Estudios de Salud Pública en la antigua sede de Malariología y Saneamiento Ambiental, se continuó con el postgrado ya creado, y los colegas de la Universidad de Carabobo, con sede en La Morita, Maracay también le dieron continuidad, de tal modo que en la actualidad en la región central se ofrecen tres (3) postgrado en esta materia, porque en Valencia, sede la UC se creó el postgrado bajo la dirección de la Dra. Iraida Sánchez de Chocrón.
Uno de los egresados de los primeros momentos del postgrado dictado en Maracay, el Dr. Francisco González, logró integrar a personal del IVSS y del Ministerio de Salud de Lara, para fundar en la ciudad de Barquisimeto el postgrado de Educación para la Salud de los Trabajadores que luego ofreció el Postgrado de Salud Ocupacional, Mención Medicina del Trabajo. Entre otros médicos que han apoyado esta actividad académica esta la Dra. Edy Luz Falcón quien se había graduado en el Instituto Bernardo Ramazzini de Italia.
En Ciudad Guayana, en la Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG), el Dr. Manuel Salinas en 1993, con el apoyo del Dr. Julio Méndez logró crear el postgrado, nucleando a los profesionales que ejercían en los servicios médicos de empresas de la zona del hierro, dirigiendo el postgrado por cinco (5) años. Julio Mendez quien tenía un Doctorado en Ergonomía no sólo se encargó del Postgrado a la salida del Dr. Salinas, sino que tuvo también una intensa actividad en la Zona del Hierro, donde llegó a conseguir donaciones y el apoyo de FUNDACITE Guayana para desarrollar el Programa PIESO con lo cual se financiaron varios proyectos de investigación y el intento de un Laboratorio de Investigaciones en Salud Ocupacional. Una de sus primeras egresadas, la Dra. Sol Castillo tomó el testigo logrando un Convenio con la Universidad de Guadalajara, México, para ofertar un Doctorado en Ciencias de la Salud en el Trabajo, creando en el 2003 la Especialidad en Salud Ocupacional, mención Medicina del Trabajo aprobado por la OPSU.
CONCLUSIONES
En primer lugar se reconoce que el intento de la resolución de la contradicción entre la salud y el trabajo pasa en la actualidad por ser una actividad multidisciplinaria, que engloba a los gremios de la salud, de la ingeniería, de la psicología, de la ergonomía y de relaciones del trabajo, entre otros.
En la mayoría de las universidades que ofrecen postgrados, ha prevalecido el término Salud Ocupacional, al punto que la FMV, a través de su Comisión de Doctrina homologó los términos Medicina del Trabajo y Salud Ocupacional, esto permitió a un grupo de profesionales del área iniciar un proceso de rescate de la desaparecida Sociedad Venezolana de Medicina del Trabajo, lo cual se logró en 2018, cuando la FMV autorizó la puesta en marcha de la Sociedad Venezolana de Medicina del Trabajo y Salud Ocupacional. Uno de sus objetivos es lograr que todo profesional que ejerza en medicina ocupacional cumpla con el Art. 14 de la Ley de Ejercicio de la Medicina, para vencer la especulación académica que se hace con los diplomados, algunos dictados en universidades que carecen de profesores en el área, no tienen ni siquiera cursos de pregrado y mucho menos de postgrado.
Una visualización de la disciplina indica la necesidad de que los cientos de profesionales de la medicina que han hecho postgrados en el área de la salud ocupacional vayan al doctorado, es de estimarse que en nuestro país se tienen los recursos, y lo que hace falta es que los profesores de esas universidades se pongan de acuerdo, para que, optimizando recursos en estos tiempos de crisis, puedan elevar la formación del médico del trabajo. El futuro de la especialidad está asegurado porque siempre habrá trabajadores y trabajadoras, y siempre será necesario velar por su salud y confort.
NOTA
La memoria del autor demanda algunos nombres e instituciones que no han sido mencionadas, todo apoyo en esa dirección puede ser colocado al pie del artículo, como comentario del lector para poder luego incorporarlos al presente texto, usando la sección Comentarios, ubicado luego de Referencias.
REFERENCIAS
1. García F. El ingenio y el hambre: De la revolución agrícola a la transgénica. (2009). Ed. Crítica. Barcelona.
2. Barros, C. Medicina egipcia: ¿La piedra angular de la Medicina actual? (2019) Egiptología 2.0 N° 16 pp 50-56. Disponible en https://es.scribd.com/document/468126188/Egiptologia-2-0-N%C2%BA16-Julio-2019-pdf
3. Thompson, E. (1977). La Formación Histórica de la Clase Obrera. Inglaterra: 1780-1832. Barcelona, Ed. Laia citado por Cartey, R. en Historia de la Tecnología. La reacción de los ludditas contra las máquinas en la Inglaterra de principios del siglo XIX. Disponible en http://www.revistaespacios.com/a91v12n01/91120160.html
4. Ramazzini, B. (1700). Disertación acerca de las enfermedades de los trabajadores. Libro en línea, disponible en: http://www.insp.mx/salud/index.html
5. Villaseñor S.; Rojas C.; Berganza C. (2002). La enfermedad y la medicina en las culturas precolombinas de América: la cosmovisión nahua. Investigación en Salud [en linea]. 2002, IV(3), 0. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14240304
6. De Las Casas, B. (1542). Brevísima relación la destrucción de las Indias. Libro en línea.
7. Galeano, E. (1993). Las venas abiertas de América Latina. Libro en línea.
8. Cañizales, E. (1988). La Medicina del Trabajo en la Venezuela Colonial. Ensayo Histórico. Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina.
9. Omaña, E. (2022). La pequeña historia de la LOPCYMAT. Disponible en https://naturaytrabajo.blogspot.com/2022/01/la-pequena-historia-de-la-lopcymat.html
10. Fernández de D´Pool, J. (2012). Reseña histórica del Instituto de Salud Ocupacional y Ambiental de la Universidad del Zulia. (ISOA-LUZ). I Congreso de ISOA-LUZ. Disponible en https://prezi.com/jc6y3gqmbzgf/resena-historica-del-instituto-de-salud-ocupacional-y-ambiental/
11. Comisión Presidencial de Riesgos Laborales (1977). Informe de la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales. Disponible en https://es.scribd.com/doc/32993321/Comision-Presidencial-de-Los-Riesgos-Laborales
12. Congreso Nacional. Ley Aprobatoria del Convenio N° 155 de la OIT sobre Seguridad y Salud en el Trabajo. Gaceta Oficial Nº 3.312 Extraordinario del 10-01-1984.
13. Congreso Nacional. Ley Aprobatoria del Convenio Nº 161 de la OIT sobre los Servicios de Salud en el Trabajo. Gaceta Oficial 5.747 del 23-12-2004
14. Adrianza, M. (1978). Neumoconiosis. Encuesta Nacional. Vol. 1. Comité Nacional de las Neumoconiosis. Publicaciones del Ministerio del Trabajo. Caracas.
Excelente aproximación a la historia de la Salud Ocupacional en Venezuela. Es necesario, construir nuestra propia historia en el país.
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